복수 revenge -➽ yeonhyun.

04-10 -➽[FOUR]

Choi experimentaba una mezcla de piedad y rabia. Él no había estado a la altura. Sin embargo, era demasiado tarde para reparar el mal.

El destino, le había jugado una mala pasada.

Su vida nunca había sido color de rosa. Quedaban la ternura, la indulgencia. Más valía conformarse con eso.

— Notifícame de todo — le ordenó Yeon-jun a Kai por teléfono—. Avísale a Jin, que de él también estaré esperando actualizaciones.

Escuchó susurros del otro lado de la línea — El pobre del hijo va a echar un polvo — exclamó uno de sus hombres entre risas.

— Escucha, Yeon — dijo de pronto Kai mientras respiraba entrecortadamente —. Ahora mismo nos encontramos espiando al hijo del mandatario. Desde Darnoncourt, él mismo vino en un taxi con un muchacho y se quedó en un departamento hace apenas una hora y media  — informó con rapidez.

— Hay que esperar... — repuso Yeon-jun en un suspiro, cortando la llamada con brusquedad.

Hacía las ocho de la tarde, la pareja abandonó el apartamento y salió a pasear por el barrio. La pareja se detuvo ante los escaparates de los sex-shops, los peepshows, las tiendas de lencería, los cabarets donde se representaban espectáculos de estriptís. En la calle Des Martyrs, Jung Beom-gyu y su compañero intercambiaron algunas palabras con los travestís que rondaban, antes de acabar sentándose a la mesa en una brasserie situada un poco mas arriba.

Yeon-jun, fue informado puntualmente de sus movimientos, por parte de uno de sus hombres.

Varios de ellos se encontraban trabajando arduamente en la recolección de evidencias suficientes. Uno de ellos emprendió así un regristro en toda regla, mientras que otro de ellos tomaba fotografías de casi todos sus gestos con una cámara digital.

Con las manos enguantadas abrieron uno a uno los cajones de las cómodas de baño, sin encontrar nada interesante.

No había objetos decorativos, ni fotos, que indicaba alguna clase de apego. ¿Los muebles? Tan funcionales como heterogéneos. La cama estaba deshecha, las sábanas arrugadas.

La cámara digital registró aquel decorado siniestro. Golpeando suavemente, con paciencia, exploraron los tabiques y el parquet, y acabaron por encontrar un tosco escondrijo bajo una de las delgadas tablas del suelo. Ocultos ahí había varios fajos de billetes, envueltos en un trapo de cocina.

En uno de los cajones de la cómoda halló una carpeta de cartón. Había algunos documentos, recibos de alquiler, formularios de multas por prostitución, facturas de electricidad y de teléfono.

— Me voy — anunció Kai con apuro, desesperado por poder irse de una buena vez. Este tipo de situaciones y procesos le aburrían —. Encárgate del primer turno de vigilancia — le dijo a uno de sus hombres—. Luego vendrá un amigo para que también le informen de la situación. Kim Seok-jin se llama, es de confianza.

Salió del coche y cogió el primer taxi que vió.