A las nueve de la noche, Jung Ho-seok salió de su casa, con un bonito chalet con techo de paja a primera línea de mar, y se acercó al malecón del puerto de Loctmaria. Había marea alta. Tiró de un cabo para atraer el yate al escalón que bordeaba el muelle que permitía acceder a las embarcaciones. Se puso al timón sin sospechar que un polizón se había colado en la bodega, y enfiló por el cabal, siguiendo la ruta entre las boyas, con los ojos entornados para protegerse de los últimos rayos de sol poniente.
Dos minutos después, se derrumbó debido al golpe que Jin le asestó en la coronilla con una porra de plomo revestida de caucho.
Un chorro helado, el contenido de un cubo de agua salada sacada del océano, despertó al mandatario.
Abrió los ojos desmesuradamente, sofocado, intentó erguirse, pero, al instante comprendió que estaba atado de pies y manos, en cuclillas en la cabina. La cuerda que le sujetaba las muñecas y los tobillos le recorría el pecho, el abdomen y los muslos, obligándolo a mantenerse echado en posición fetal.
El barco se mecía suavemente con el motor apagado. El camarote estaba iluminado por una gran bombilla, alrededor se la cual revoloteaban algunas polillas.
El mandatario observó a su agresor con absoluto terror. Completamente expuesto.
— Señor Jung Ho-seok, lamento tener que informarle de que va a morir— anunció Seok-jin—. Personalmente no tengo nada contra usted, pero, ya ve, me han pagado para matarle.
El mandatario agitó la cabeza, se debatió, se revolvió tanto como pudo, pero todo fue en vano.
— Está loco, ¡es un error!— farfulló, sin aliento—. ¿De qué me está hablando? ¿Quién es usted? Es imposible, imposible...
— Nada de eso señor Ho-seok, es totalmente posible; más aún, se trata de algo inevitable. Soy un asesino profesional, ése es mi oficio. No está soñando, mejor dicho, no es ninguna pesadilla, se lo aseguro. Acaba de pasar un fin de semana muy agradable y se disponía a reunirse con su amante, iba a tirársela, ¿verdad? Seguro que ya lo está esperando, recién bañadita y acostada entre sábanas de satén. Su piel debe de ser embriagadora, pero lo que son las cosas, usted no llegará a la cita... estará muerto, señor, muerto. Espero que me comprenda.
El mandatario meneó la cabeza, atónito. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero no dudaba de que la situación era real. Este tipo quería matarlo de verdad.
— Escuche — balbució—, tal vez podamos llegar a un acuerdo. ¿Eh? De acuerdo, si, usted es un asesino a suelto, le creo, no pongo en duda su palabra. Le aseguro que... que no pienso que esté loco. Bien, si le han contratado para... para matarme, es porque le han prometido cierta cantidad. ¿Quién ha sido? ¿Mi mujer? ¿Porque la he dejado? Siquiera me atrevo a pensar cómo se habrá puesto en contacto esa idiota con un tipo como usted. ¡Joder, no quiero morir! ¿Me oye? ¿Cómo se llama? Yo me llamo Ho-seok, Jung Ho-seok.
— ¿Qué pretende? ¿Comprarme? ¿Doblar la cantidad?— se burló Jin—. Pero bueno, Ho-seok, en cada profesión hay que seguir un mínimo de reglas, siempre existe cierta deontología. En resumen, que voy a matarle: no me queda mas remedio.
El mandatario se echó a temblar. Las olas golpeaban el casco del barco con un chapoteo angustioso. El yate se alejaba de la orilla a merced de la corriente. Jin había estudiado las cartas de navegación y sabía que había bancos de arena. Era preciso darse prisa.
— Le diré como voy a proceder, señor Ho-seok— anunció—. Voy a cortarle las venas de ambas muñecas y esperaremos algunos minutos, diez como mucho, a que le quede ya poca sangre. Después, le desataré y le echaré al agua. Debe de estar a unos 15 grados, eso le despabilará. Entonces podrá elegir. Si quiere ahogarse de inmediato, sin perder tiempo, tendrá que llenarse los pulmones de agua salada lo más rápido posible. Sería lo más sensato, se lo recomiendo. Pero no es fácil, porque la glotis se bloquea, la laringe se contrae... ya sabe ¡el famoso instinto de conservación! Lo más probable es que intente nadar en dirección a la costa, aún a sabiendas de que no llegará nunca. El frío, el agotamiento... No sé cuánto tiempo aguantará. Lo siento, Ho-seok, en cualquier caso le tocará sufrir, la muerte hará durar su placer, tanto como pueda... ¿Ha comprendido bien?
— Pero ¿por qué, por qué? ¿quién fue? ¡dime!— gritó el mandatario.
— Es una de las cláusulas del contrario— respondió Jin con tranquilidad, encongiendose de hombros —. Choi Yeon-jun, me ha pedido que te mande saludos.
El mandatario se quedó callado de repente, con los ojos desorbitados.
— ¿Fue él? ¿Fue porque maté a su puta? ¿Es por un tipo, en serio?
— Ho-seok, el barco se aleja de la costa. No tengo tiempo que perder— anunció tranquilamente—. En fin, vamos a ello.
— Pero ¿qué estás diciendo?— berreó el mandatario—. ¿Cuánto quieres, dime cuánto quieres? Te juro que te daré todo. ¡Te daré todo, mierda, pero no quiero morir!
Jin le ignoró, para luego meter la mano en el bolsillo interior de la cazadora para sacar una navaja, una de las que utilizaban los barberos en otros tiempos. El mango era de marfil, la cuchilla de acero puro.
Jin era muy exigente en cuestión de calidad.
El mandatario intento resistirse. En dos ocasiones, sintió un vago dolor en las muñecas, un roce, un leve ardor. La sangre fluyó por sus palma, como un vino cálido. A penas sintió cuando Jin lo liberó de las ataduras, para luego arrojar la navaja y las cuerdas al mar. Ho-seok opuso la menor resistencia. Las fuerzas ya le habían abandonado, gota a gota, en un rosado de perlas rojas que brotaban de sus heridas. Jin lo agarró por la cintura, tal como había planeado, y lo tiró por la borda, antes de volver a conectar el motor. De inmediato. La hélice azotó el agua y trazó una estela, un largo trazo espumoso que acabo engullida por la indolencia de las oscuras olas.
El mandatario no logró seguir el consejo que Jin le había dado. El mar estaba muy sereno. Nadó a braza. Sus músculos reclamaron el aporte de sangre para contraerse, relajarse, volverse a contraer. Su corazón hizo el esfuerzo necesario, mientras pudo.
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복수 revenge -➽ yeonhyun.
FanfictionSECUELA DEL FANFIC "범죄 slaughter". [Yeonhyun/Yeontae]-➽ Ambientado en el año 1975; Choi Yeon-jun, ex presidiario de Pionyang, con la ayuda de sus amigos de la infancia, Hueningkai y Kim Seok-jin, decide enfrentarse al mandatario de Corea, Jung Ho-s...