Sam Winchester es un abogado exitoso y de buena fama. Pero tiene un secreto sobre su familia, uno que nadie debe saber. Es en un momento común de su vida, donde se encuentra con Gabriel Novak, un peculiar reportero y escritor del New York Times que...
Lamento si llego a molestar a alguien con la imagen, pero esque no describí esta vez muy detalladamente los escenarios y pues para que se den una idea de los departamentos ricachones de estos hombres y sus caras de miserables por ser un par de orgullosos!
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Sam estaba en los tribunales de la ciudad de New York una vez más. Ahora para finalizar todo el drama que se había ocasionado con el joven tonto que se le ocurrió jugar al valiente con sus disque amigos, para terminar en un embrollo muy grande.
Era muy temprano y estaba muy cansado, no del trabajo, para nada. Ya tenía la seguridad con el as bajo su manga. Pero ya han pasado dos días desde que habló y se gritó con Gabriel, este no ha dado señales de vida y el abogado no ha tenido tiempo ni cabeza para pensar las cosas.
Fundado en su traje negro y corbata plateada, cerró los ojos y soltó un suspiro fuerte para alejar sus problemas personales del momento actual. Lo último que necesitaban era su desconcentración cuando ya todo por fin se mostraba a su favor.
— Sam, ¿te encuentras bien? — preguntó Gadreel en un tono bajo. Estaban rodeados de personas más la tía camarera y el hermano menor de su cliente, cerca de las puertas de la sala donde se ha llevado el juicio desde el inicio.
— Sí, por supuesto.
— ¿Sabes? No hemos tenido tiempo para hablar de lo que sucedió hace dos días.
— ¿Realmente crees que es el momento para hablar de eso?
— Bueno, sólo quiero que sepas que te apoyo en todo, siempre.
— Gracias.
— Pero que absolutamente en esta no estoy de tu lado. La cagaste.
— Perdona, ¿qué? — Sam volteó a mirarlo por primera vez, con los ojos abiertos y su mandíbula tensa incapaz de entender aquello.
Gadreel, amigo de universidad, de servicio, su socio y fundador también de todo su pequeño imperio de justicia y leyes. El siempre guardián, con sus magníficos dones de espionaje y encubierto, que ahora les regaló el caso perfecto, quien siempre lo apoya, le estaba diciendo idiota.
— Eso. Que en esta no te apoyo, que eres un idiota y sea cual sea el problema yo estoy del lado de Novak.
Sam no podía creerlo, su cara sorprendida debía ser perfecta para que Gadreel comprendiera que acababa de sonar tan estúpido lo que estaba diciendo. ¿Cómo es que tu amigo decide ponerse del lado de tu pareja sin siquiera saber que había ocurrido ? ¿Por qué él era el malo de la historia? ¿Era una de esas comedias románticas donde todos los conocidos cercanos hacían sentir mal al protagonista? O tal vez ya era su propia conciencia que le jugaba malas bromas. Eso de ninguna manera seguía evitando que fuese bizarra aquella confesión.