XI: Abrazame

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Cuando Castiel tenía doce años y estaban ambos en primer año de secundaria, el primer día de clases salieron de prisa de la casa junto con todos sus hermanos restantes. Mientras que Lucifer sólo llevaba en su auto a Michael y Rachel, los demás debían sufrir en el autobús lo que para un típico adolescente norteamericano de película de comedia barata sufre. Obviamente.

En el transcurso del camino Gabriel notaba que a su hermano le ocurría algo. Castiel mostraba esta cosa llamada la mirada; la mirada, a palabras simples, son las cejas fruncidas y ojos bailantes, curiosos ante lo que lo rodeaba con un afán de buscar algún culpable por homicidio. Como su hermano siempre fue raro, la mirada no significaba nerviosismo o temor como cualquiera. No. Dicha mueca en la cara significa que Castiel está preparado para enfrentarse a una contingencia que nadie más ve venir, alguna cosa u acto que termine con el bello día soleado que aparentaba ser.

Gabriel lo sabía; el primer día en secundaría recibieron la afamada "bienvenida" por los alumnos más grandes, entre ellos sus hermanos, y él mismo terminó oliendo a huevo durante tres días.

Ese recuerdo curioso y del cual debe evitar que Sam se entere a toda costa, llegó a su mente en cuanto vio a los dos Winchester reunidos enredados en un abrazo sentimental, con ganas de compartir su sonrisa y gusto con su hermanito igualmente, giró su mirada hacía el Novak menor. Y vio la mirada.

Ahí estaba, desafiante, ahora expresada con mucha mayor elegancia y pulida, pero seguía advirtiendo el mismo nivel de peligro que puso a rezar inconscientemente al soldado.

Sam y Dean terminaron con la unión de sus pechos, más sin embargo el brazo del mayor fue dejado recargado sobre el castaño quien pese a su altura, en esa posición parecía como un verdadero hermano pequeño mirando con devoción a su figura a seguir. Por lo poco que sabía Gabriel, es un sí.

― ¿Qué haces aquí Sam? ¿Estás bien? ― el rostro del mayor era solamente inquisitivo con un tono de preocupación, a lo que Sam solamente resopló

― Sí, todo bien. Sólo... quería verte, eso es todo. ― el ojiverde lo miró aún más extraño, pero no dijo nada.

A percepción de Gabriel, Dean era mucho más legible que su pareja; mientras que Sam pensaba mucho las cosas, el primogénito simplemente parecía demostrar sus pensamientos, pero con las emociones era casi nulo saberse. Un don compartido entre ellos al parecer.

Por primera vez Dean volteó la mirada de su hermano y observó al reportero quien estaba algo alejado de la escena como su familiar, en cuanto lo vio, parece que la una chispa de felicidad que tuvo al inicio se apagó con su presencia.

― ¿Y tú que haces aquí?

Gabriel rodó los ojos. De la única vez que recuerda haber visto al pecoso de ojos esmeralda, Gabriel estaba orgullosamente ebrio y divinamente vomitando sus ácidos gástricos sobre los zapatos de su dicho "cuñado", claramente, eso no formó una hermosa y unida relación con el hombre; añadiéndole que nunca hubo disculpas ni presentaciones, sólo Dean dijo un comentario sarcástico al día siguiente y Gabriel, con la cabeza dentro del retrete, respondió algo absurdamente fabuloso y maleducado, declarando una guerra entre ambos llena de odio por medio del teléfono a través Castiel.

― Mi querido chimpancé, me da gusto volver a verte.

― Cas. ― Dean giró su cuerpo en la dirección del ojiazul, con tono de reclamo, que el ojiazul seguramente no entendió y ladeó la cabeza en incomprensión.

― La verdad Dean, es que Gabriel viene conmigo. ― ante esto Sam también giró su cuerpo en dirección al reportero, quien sonrió con autosuficiencia

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