Adriana's POV
Madrid, España.
Una de las cosas que me prometí cuando mi tortura termino fue viajar, conocer diferentes culturas y vivir. Pase tantos años tan temerosa de conocer el mundo fuera de mi zona de confort que cuando todo termino lo único que deseaba era ser libre. Creo que jamás comprendí el significado de aquella palabra, pero de a poco me iba dando cuenta de que las cadenas que me ataban a mi pasado, los recuerdos y remordimientos me mantenían atascada en un jodido momento de mi vida. Pero de a poco iba cambiando aquello. De a poco esperaba ser finalmente libre.
FLASHBACK
Estaba en la estación de policía esposada.
Aun tenia rastros de sangre en mis manos y sentía que en cualquier momento podía desmayarme. No decía nada, aún estaba en shock. Todo había terminado y de la peor forma posible. Ni siquiera podía llorar. No sentía nada.
Aquel hombre no había sido un padre, pase años soportando sus insultos, la manera en la que me denigraba por el simple hecho de ser mujer y ahora era libre. No me dolía lo sucedido. Y quizás eso me hacía una mala persona, al final de cuentas mi padre estaba muerto, yo lo había matado.
Estaba sentada esperando que se me asignara un abogado cuando vi a una mujer entrar junto a un chico que fácilmente podía tener mi edad. Era alto de cabello castaño claro y ojos color verde.
"Soy Marcela" me dijo acercándose "Este es mi hijo Thiago, él se quedará contigo mientras yo reviso los papeles de tu caso"
Yo solo asentí y ella me regalo una sonrisa que realmente me tranquilizo. Aquella señora parecía alguien en quien se podía confiar. O quizás solo estaba tan necesitada que veía en ella a mi salvadora.
"Hey" lo mire. El un chico realmente lindo, aunque las mujeres eran lo mío sabia apreciar cuando una persona era bella "Todo va a estar bien" sujeto mis manos
"Lo dices por decir" respondí seria.
"Y porque mi mamá es la mejor abogada del estado" sonrió "Vamos te llevare al baño para que puedas limpiarte"
Escoltados por dos policías nos dirigimos hacia el baño, ni siquiera podía mantenerme en pie. Me sentía débil, me dolía todo el cuerpo debido a los golpes así que Thiago me sujetaba de la cintura procurando que no cayera al piso.
En el baño me ayudo a limpiar mis manos y mi rostro, aquel chico era bastante atento. Nunca nadie se había preocupado por mí de esa manera.
"Soy lesbiana" dije y el solo sonrió volviendo a enfocarse en limpiar mis heridas.
"Y yo heterosexual" yo sonreí por lo bien que parecía tomarlo "Mi madre me conto tu caso, la verdad es increíble que sigas con vida"
"¿Esta mal que no sienta tristeza por el?"
"Para nada, pero seguramente estas sintiendo algo y lo mejor que puedes hacer es sacarlo"
Yo baje mi mirada y respire profundamente. Recordé los buenos tiempos, aquellos en los que salíamos al parque junto a mis padres y ellos jugaban conmigo en cada juego. La manera en la que reían, la manera en la que nos comportábamos cuando éramos felices.
Recordé a mi padre cantándome el feliz cumpleaños cuando tenía siete años, la fiesta que hizo en el jardín trasero y lo bien que la pasamos. Recordé a mi madre y la forma en la que solía abrazarme.
Ahí un 12 de abril en un estrecho baño mientras dos policías esperaban por mí y con esposas en mis manos comencé a llorar. Thiago me sujeto fuertemente y deje que todo lo que sentía saliera. No iba a aguatar tanto reprimiendo lo que tenía dentro así que me permití llorar. No por él. No por mi madre, me permití llorar por mí.
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El Libro de las Mentiras
Dla nastolatków"Mi abuelo me decía que las personas son como libros Adriana, que algunos tienen una historia hermosa que te dan ganas de leer una y otra vez, otras personas tienen una historia dolorosa que no la entiendes solo hasta que te tomas el tiempo de leer...