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La enorme caravana está asentada en el borde de las landas apedreadas, algunos preparan las piedras, las ramas y la yesca para hacer la fogata nocturna mientras que otros preparan la comida para pasar la noche, los guardias de la caravana merodean alrededor de ella en grupos de cinco.

Laneto está en medio de su grupo y encima de una carroza, observando con unos binoculares a una enorme manada de venados, galopando hacia las Landas apedreadas.

El hombre de la gorra de Mapache mira como una manada de venados entran por las piedras de las Landas, escabulléndose en los bosques sólidos y grises...y con el sol ocultándose en el oeste.

La noche a llegado,unos guardias entierran una estaca en los bordes de la caravana, colocan encima de ella una tela húmeda y le prenden fuego con un mechero, hay una antorcha de esas cada diez metros rodeando el campamento por completo, los grupos de guardias vuelven después de explorar más allá, uno de los guardias camina hacia donde está el hombre de la gorra de Mapache.

—¿Encontraron algo?.

—Hay aulladores a lo lejos, por el este...y vimos una manada de Balor moverse hacia el norte.

—¿Una manada dices?.

—Contamos más de veinte.

—¿Qué tan lejos pasaron?.

—Posiblemente a tres kilómetros de donde estábamos.

—Estamos seguros, por si acaso no dejen de vigilar el oeste...¿No han visto nada más?.

—Bestiales cruzar desde oeste, posiblemente cincuenta de ellos.

James está despierto junto a Laneto y otros dos amigos viajeros en la parte de la caravana de Galia, recargados en una carroza y mirando la oscuridad que hay del otro lado de las antorchas, mientras cenan las papas y el conejo que sobró de la mañana.

Llega uno de los guardias con ellos, armado con un rifle de caza similar al que llevan los cuatro.

—¿Se ofrecen para la segunda guardia nocturna?.

Los cuatro afirman con sus cabezas mientras siguen mirando la oscuridad.

—Mientras más guardias despiertos en la noche es menos probable que algo nos ataque...por cierto tengan cuidado, avistaron a una manada de bestiales y aulladores en este lado del campamento.

—Tendremos cuidado.

El guardia se retira, los cuatro hombres siguen cenando con sus rifles a lado, observando la oscuridad y el cielo sin estrellas.

—Está nublado.-Dice Laneto.

—Aquí siempre está nublado, la oscuridad es absoluta en la noche.

—Me recuerda a la cueva Onion cuando era niño, apenas la habían descubierto y pensaban que había humanoides dentro de ella.

—Lo bueno que ahora es un parque.

James sigue observando la oscuridad, una oscuridad que siente como un cobijo por sus amigos.

—¿Qué creen que ocurrió en Galia?.

—No sabría decirte, nadie entendió la grabación del comandante.

—Tal vez los bestiales volvieron a juntarse en grupos grandes.

—¿Cuánta gente vive allí?¿Diez mil?¿Quince mil?.

—Se supone que Galia es un tercio más pequeña que Nueva Alba...diría que unos ocho mil.

Vuelve un silencio incomodo, escuchando las pláticas de los demás grupos sobre lo que podría aparecer esta noche, hasta que uno de los cuatro decide reabrir el tema.

—¿Creen que sea cierto lo del túnel?.

—Se derrumbó, eso es muy cierto.

—Me refiero al viajero...con las manos negras en sus cuerpos.

Los cuatro sienten escalofríos al escuchar esa anécdota, como si fuera un mal presagio para ellos.

—De seguro el guardia estaba loco, incluso hace dos semanas el túnel de Galia daba miedo.

—Cien kilómetros de largo...la mitad en oscuridad.

—¿Se acuerdan de los llantos en el túnel?

—Decían que se escuchaban llantos de bebés en medio de la oscuridad.

—No decían, se escuchaban llantos de bebés, me tocó escucharlos una vez que viaje a Galia...fue horrible, como si los torturaran...

—Fantasmas.

—¿Y si Galia fue invadida?.

—Galia tiene troneras en casi todas sus tuberías, es la ciudad mejor defendida de la región, y las tres entradas no se de que son, pero sé que esa mierda es imperforable.

Un sonido se escucha del otro lado, en la oscuridad, como si una cascabel sonará y varios pasos se escucharan al mismo tiempo.

Diez guardias corren hacia donde están los cuatro y se introducen en la oscuridad, iluminados por sus linternas.

—¡Teufelspinne!–Grita uno de los guardias.

Los cuatro quieren ir a ver que pasa, pero estan llegando mas guardias de todos lados, el hombre de la gorra de mapache llega con ellos, enojado.

—¡Was zum Teufel machen! ¡Se supone que deben cuidar el campamento! ¡No dejar a los teufelspinne acercarse!

Ninguno de ellos entendió las primeras palabras, pero lo que mas les importa es el extraño nombre de tal criatura, nunca habían escuchado sobre ella en medidas preventivas contra bestias salvajes del edificio de seguridad sur.

—¿Que es un teufelspino?.

—¡Teufelspinne dumm!¡Tuvieron a una araña de tres metros enfrente de sus narices! ¡Dumms!

El hombre de la gorra se retira y corre hacia donde están los guardias cazadores.

James no puede evitar sentir miedo y nervios, sabe que esto seria una anécdota más que contarle a su esposa, pero siente lo mismo que una persona sentiría si estuviera nadando en aguas turbias con un tiburón blanco.

Desde donde están ellos pueden ver las linternas de los guardias lejanos, son docenas de ellas reunidas en grupos. Se escuchan las voces y gritos de alarma de ellos, en uno de los grupos se pueden apreciar destellos veloces al igual que sonidos de disparos...

y de algo más.

GALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora