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Ya es de día y la caravana está lista para dividirse en dos grupos, el grupo de Galia y el grupo que va al puerto, son cincuenta y seis hombres los que se reúnen en el sendero oeste.

El hombre de la gorra de Mapache está con Lewis, mirándolo como si fuera una parte de el la que se va.

—¿Estás seguro de que quieres ir a Galia?.

—Recuerda nuestro lema.

—Los cazadores de bandera rojo marrón...

—Sangre y tierra...

—Fruto y árbol...

—¡Rifle y espada!.

—¡Cabeza en la estaca!.

—El club del hacha roja, nunca dejan a ningún miembro a su merced si hay problemas...–Mira el camino hacia Galia.—Y parece que los hay.

—Escucha, cuando lleguemos al pueblo de Provid, dejaré descansar a los viajeros por tres días antes de partir a la ciudad centinela, el tiempo suficiente como para buscar más cazadores y llegar a Galia.

—No creo que ocurra mucho.

—Si no hay respuesta de la ciudad más defendida de la región, entonces hay que preocuparnos.

—No te preocupes Adelfried, solo llega con apoyo aunque no ocurra nada, ¿Vale?.

El hombre de la gorra de mapache afirma con la cabeza, pensando que no pasara nada cuando Lewis llegue a Galia. Lewis quiere seguir hablando hasta que siente una presencia que está mirando su nuca, como si estuviera esperando que el volteara. mira atrás y ve algo que le dolera un poco dejar.

los dos chicos están de pie esperando la oportunidad para convencerlo de no ir.

—Disculpame un momento Adel.

Lewis mira a los chicos, mandando una sonrisa fuerte para los dos. en cuanto llega con ellos Lizzy camina hacia él, como si estuviera enojada y triste a la vez.

—¿Porque te vas?, Se supone que tienes que cuidarnos.

—Niña no siempre tendrás a alguien cuidando tu espalda, además tienes al cazador de Balors a tu lado.

—James...si algo pasa en el camino no se si pueda actuar...

—O claro que puedes muchacho, lo que tu hiciste en las landas es un haz que tienes muy escondido en tu manga, es tu tercer ojo, solo tienes que desarrollarlo más... y te será fácil practicar con los bestiales.

—¿Te volveremos a ver?.–Dice Lizzy.

—Claro que si, solo tengo que ver si todo está bien en Galia, y si no está bien entonces me tardare un poco más.

Algo se escucha en el sendero oeste, el guia esta avisando que ya van a partir, James Lewis siente que no tuvo el tiempo suficiente para despedirse de sus dos jóvenes amigos, casi hijos.

—¿Ten cuidado si?.–Dice Lizzy.

—Ustedes tengan cuidado.–Les da la espalda y camina hacia el sendero.–Los veré luegos jóvenes insensatos.

Lewis se retira caminando, dejando atrás a los dos jóvenes viajeros para que emprendan su aventura solitaria. mira que el hombre de la gorra de mapache está despidiéndose de los cincuenta y cinco viajeros y esperando que tengan suerte en su viaje, el cazador pasa a su lado, caminando lentamente al sendero hasta que se detiene a su lado.

—Cuida bien a esos dos muchachos.

—Los cuidare como si fueran mis hijos.

El cazador sigue su camino, dejando atrás a sus dos nuevos amigos y al viejo hermano de guerra, con el que luchó muchas veces codo a codo contra todo tipo de criaturas, cazandolas porque es el deber del club del hacha roja, cazar y clasificar toda bestia conocida por el hombre.

Después de caminar por treinta minutos, James camina en medio de la caravana observando los árboles a su alrededor y las montañas de piedra, tan altas que parecen muros de una época antigua, mira lo que hay detrás de él, un hombre abrigado con ropa de piel y un gorro ruso, con un rifle semiautomático en sus manos, caminando apartado de todos.

—¿Que haces acosando al voluntario?.

James mira a su lado, su mejor amigo, Laneto, esta mirándolo fijamente, mientras camina sin tropezarse.

—¿El es el único apoyo que tenemos?.

—Parece poca cosa pero no lo es.

—Es solo un hombre el que tenemos.

—Ese hombre vale por diez, es un cazador del club del hacha roja, lo se porque tiene su bandera colgada en la puerta de su armería.

—¿Y qué tiene de especial?.

—Para entrar al club del hacha roja debes matar cincuenta bestiales y un geminiano...para ser un primerizo.

James vuelve a ver al cazador, nota que este sigue caminando como si nada aunque sabe que ya capto su atención, le es difícil creer que una sola persona pueda cazar a tantos monstruos tan solo para entrar a un club.

Un hombre mira el cielo, nota que los pocos árboles que había se quedaron atrás y acababan de pasar debajo de un puente natural de piedra.

Los cinco guias estan al frente de la caravana, uno de ellos observa un mapa mientras otro mira el puente que quedo atras.

—Vamos a pasar por el nido de Balors, avisa a los demás.

Uno de los guías camina hacia atras para darle el mensaje al resto de la caravana, mientras los otros cuatro preparan su rifles, un hombre se sube a una carroza con una lona encima, quita la lona y prepara lo que parece una ametralladora antigua, parecidas a las gatlings que se usaban hace quinientos años.

El hombre de la ametralladora apunta el arma a su derecha, esperando encontrarse con alguna bestia mítica que deba aniquilar.

La caravana avanza hasta llegar a una curva, donde no se puede ver lo que hay del otro lado de esta hasta que llegan a ella, hay un círculo de piedras en medio del camino.

La caravana avanza lenta y con cautela, el silencio se a creado en la línea de cinco carrozas y cincuenta y seis hombres.

Los hombres siguen avanzando mirando las paredes de piedra, tratando de identificar algo de carne o piel gruesa a la cual dispararle.

No pasa mucho tiempo hasta que cruzan el nido, sin nada que haya perturbado el grupo o causado algún accidente.

La caravana sigue avanzando como si nada, como si no acabaran de cruzar el nido de uno de los depredadores más grandes del mundo, como si no cruzaran un nido vacío de estas criaturas, como si cruzar aquel nido fuera demasiado fácil, como si después de que los dueños de aquel lugar lo habitaran por meses...

Lo abandonaran.  




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