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El día llegó pero el sol no puede atravesar las nubes, los cazadores están llenando las bolsas rojas con cabezas de los acechadores nocturnos, Lewis está en el suelo, cercenando la carne de un extraño ser hasta que arranca la cabeza de este y la guarda en una bolsa roja.
Mira a lo lejos a un hombre caminar hacia el oeste, donde está la primera criatura horrenda de la noche anterior.

James está caminando por el pastizal alto y las primeras piedras que avisan la cercanía de las Landas, mira algo negro detrás de una enorme piedra, como si fuera una vara gruesa y larga de madera escamosa y quemada. Camina hacia esa cosa y encuentra una figura grotesca y aterradora, una especie de masa de carne húmeda, negra por el color natural de cuando estaba viva, con seis patas largas, gruesas y enormes, una cola enorme con una cascabel en la punta, y lo que más lo asombra, una boca enorme con dientes largos y afilados acompañados por dos patas pequeñas más...la criatura es de cuatro metros y medio y dos de alta, aún muerta.

Las tiendas de acampar y las estacas fueron desenterradas, las fogatas se apagaron por completo y las carrozas empezaron a andar para adentrarse a las Landas apedreadas.

Piedras, piedras enormes por doquier forman el laberinto que tienen que cruzar. La caravana está justo en el borde del bosque gris. El hombre de la gorra de Mapache mira las Landas como si fueran un viejo enemigo.
—En marcha.

La caravana comienza a avanzar en una fila de dos carrozas para caber en las piedras, los guardias se esparcen en grupos de cinco está vez, los hombres, esta vez los viajeros de Galia y San Cristóbal, preparan sus rifles y ballestas como si fuera otro enorme grupo de guardias, como si todos escucharon las historias de las Landas antes de entrar.
Esteban está caminando junto Lizzy y el cazador James Lewis, a lado de una carroza de mercancías y más gente. Notan que mientras más dentro llegan, más altas y anchas son las piedras...y más escondrijos hay debajo de ellas.
—Abran bien los ojos muchachos, estos lugares son conocidos por la cantidad de personas que no volvieron a salir de aquí.
—¿Qué se supone que ocurre aquí?.-Dice Lizzy.
—Es el hogar de las bestias.
—¿Bestiales?.
—No, no los bestiales, sino de las criaturas de la dura naturaleza que sólo cazan por instinto y hambre...El problema es que aquí hay más que en los bosques palisteos.
—No hay problema...-Dice Lizzy.—Tenemos al mejor cazador de Nueva Alba, con las cabezas de un geminiano en su armería como prueba.
Lewis está pensando en lo que dijo la chica adolescente, recuerda la época en la que pertenecía a varios grupos y clubes de cazadores de bestiales y bestias, recuerda cuando el le entró a la guerra contra los bestiales después de que estos atacaran los pueblos del Norte y la ciudad de Nueva Esperanza, la ciudad más antigua de la región del cruce, la única que los humanos nunca han dejado de habitar a pesar de haber sidos reducidos a una ciudad pequeña en la zona norte central de la ciudad, recuerda haber perdido a dos de sus mejores amigos hace años, unas de las personas más adineradas de Nueva Esperanza, los perdió cuando una horda de bestiales atacó Nueva Esperanza hace años. Lo último que supo después de eso, mucho después, que el hijo de los dos estaba construyendo un kindergarden para los niños pequeños de Nueva Esperanza con el dinero de su testamento.
Recuerda lo que sintió cuando sus dos amigos murieron, recuerda lo suficiente como para dispararle a las primeras pieles albinas y cuernos que vea.
Cinco guardias están encima de las piedras, adelantados cien metros de la caravana y observando como centinelas en busca de alguna criatura...y la encontraron.
—¡Balor!.
El guardia mira desde lo alto de la piedra como una cabeza gigante con un cuerno enfrente se asoma a lo lejos, esa criatura está buscando una forma de acercarse a ese pequeño bocadillo.
El hombre de la gorra de Mapache se dirige a la piedra donde están los guardias saltadores.
—¡Lancen las escaleras!¡Tenemos que matarlo antes de que esa cosa se acerque a la caravana!.
Cuatro guardias sacan de una carroza un tubo enorme con barras a sus lados, una escalera ligera y fácil de utilizar, y la colocan justo debajo de la gran piedra. Los guardias comienzan a subir, incluyendo algunos viajeros con agallas.
—Esteban, ve y ayuda a los guardias con el Balor.
—Pero mi ballesta de madera...es inútil...
—No si le das en el ojo, es una ballesta de mármol oscuro, lo que logre atravesar lo seguirá atravesando hasta por un metro, así que ve niño...-Agarra el hombro del chico, motivandolo para seguir.—Confío en ti.
Lewis mira los ojos de Esteban, el joven siente algo que nunca antes había sentido en su vida, la confianza de alguien y una misión por delante.
Esteban corre hacia las escaleras, esquivando a la gente y a los toros ciegos. Siente que es su oportunidad para ser el héroe que siempre quiso ser.
James está subiendo las escaleras junto a Laneto y tres compañeros más, saben que los Balor son de piel de piedra y sus ojos son del tamaño de un ojo humano, nadie que no sea Odiseo pudiera darle desde lejos.
Los cinco están encima de la piedra junto a veinte guardias más, estos están disparandole a la bestia que se acerca pero no le hacen nada de daño, las ballestas de acero atraviesan su piel pero no logran traspazarla hasta llegar a un órgano importante.
James sigue disparando balas con su rifle, siempre le da a la criatura pero es como si fueran cosquillas para ella.
—Muere de una vez bastardo.—Dice James.
Un chico sube las escaleras, James observa el arma con la que pretende combatir al Balor, una ballesta de madera, piensa que es una estupidez atacar con eso a una criatura de piedra.
Esteban está listo para disparar, mira al hombre que está a su lado y nota el desagrado de este, supone que será por el arma que lleva entre sus manos.
Esteban mira la cabeza del Balor, busca los puntos azules en su rostro, sus ojos, la criatura está a treinta metros de ellos y acercándose. Apunta su Ballesta a la criatura, mira uno de los ojos, como si supiera que el la está mirando a pesar de no tener pupilas...

Y dispara.


GALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora