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La noche pasa lentamente, la oscuridad sigue con los cuatro mientras los guardias cazadores, tal vez veinte o treinta, caminan hacia su dirección, algunos de ellos tienen manchas negras en sus ropas. El hombre de la gorra camina hacia los cuatro, también con manchas en su camisa, y aún enojado.

—Ustedes cuatro morons ¿No saben lo que hacen los teufelspinne?.

Nadie responde la pregunta, porque nunca habían escuchado de esa criatura en su vida.

—Saltan hacia ti, te arrastran a su agujero y empiezan a comerte vivo...cuando suena la cascabel es cuando están a punto de saltar.

James piensa en el sonido que escucharon antes de que los guardias llegaran. El cascabel y los pasos, posiblemente de patas de araña, no duda que sus amigos sienten el mismo nudo en la garganta que el.

—La próxima vez que escuchen algo, cualquier cosa, no sería mala idea dispararle a la oscuridad.

El hombre de la gorra de Mapache camina hacia el sur, dirigiéndose a la punta del campamento, pero se detiene unos momentos y voltea hacia ellos, apuntando a la oscuridad.

—En la mañana caminen hacia allá, ahí verán que es lo que los miraba en la oscuridad.

El hombre de la gorra de mapache se retira, caminando hacia la punta de la caravana y mirando hacia el oeste.

Hay una fogata en el centro del campamento, en ella hay un hombre con abrigo de piel y un rifle de cacería, con una chica pelirroja a su lado, ella tiene a sus pies una Ballesta de acero, un chico joven, de unos veinte a veinticinco años, con lentes de gran aumento y cabello negro llega con los dos.

—Acaban de matar a un teufelspinne.Dice el chico.

—¿Qué es un teufelspinne?.-Dice la chica.

—No tengo idea, pero fueron más de treinta a buscarlo.

—Un teufelspinne es una araña enorme, negra casi por completo, su piel es muy gruesa...en la mañana voy a buscarlo para arrancarle el cuero, un nuevo trofeo para mi armería.

El chico de los lentes se sienta junto al cazador y la chica, mientras sigue mirando el fuego y tocando su ballesta de madera.

—Dime Lizzy, ¿Te estás arrepintiendo de venir?.

—No.

—Tal vez mañana muera alguien en las piedras, en el último viaje perdimos a doce personas.

—No empieces con cuentos Esteban.

—El chico tiene razón Lizzy, las landas apedreadas son conocidas por ser un laberinto mortal, que tenemos que cruzar dos veces como si fuera una gran letra ce, en ese territorio habitan bestias de todo tipo, incluso especies sin clasificar...En mis tiempos de gloria cazabamos en ese territorio y siempre nos enfrentabamos a las hienas.

—Dicen que ahora los animales son más grandes que antes.

—O mi amigo, no son más grandes, son más numerosos...pero nada de lo que hay aquí supera a lo que hay en la ciudad centinela.

Esteban no sabe a qué se refiere, pero recuerda haber escuchado sobre la ciudad abandonada, las ruinas con vida, con caminos verdes y hogar de ciervos.

—¿Qué no la ciudad centinela es una especie de paraíso?.

—Si eres un ciervo, tortuga, ave, o cualquier animal de la naturaleza entonces es un Edén...pero si eres una persona, bestial, o cualquier cosa que aniquile por algo que no sea hambre...entonces si, preocupate, porque a donde pasaremos por una delgada línea, con los antiguos y perversos enemigos del hombre de un lado, y el peligro de la ciudad centinela en otro.

—¿Que no las bestias no se acercan a ciudad centinela?.

—No, pero el problema es que hay muchos merodeando en los bordes, después de cruzar las landas apedreadas dos veces, cada uno de los de esta caravana matara aunque sea a dos bestiales.

Un sonido se escucha detrás de ellos, los tres voltean para ver de qué se trata, un hombre está sacando de una carroza una bolsa con manchas rojas y lo que parecen bolas enormes.

—Parece que hay bestiales cerca.–Dice el cazador.

—¿Porque lo dices?.–Dice Lizzy.

—Eso que está en la bolsa, son cabezas de bestiales, los cazan antes de iniciar el viaje, las utilizan para evitar que se acerquen.

Algo más se escucha en el aire, el aullido de alguna criatura. los tres vuelven a mirar de dónde viene, notan que todos los viajeros y guardias están volteando hacia el oeste...

Se escuchan mas aullidos...

decenas de ellos.

Los guardias corren hacia el oeste, todos los que se encuentran en la caravana, incluyendo algunos viajeros armados más, muchas personas comienzan a colocar estacas en todas partes rodeando el campamento por completo y los sonidos de la oscuridad se escuchan cada vez más fuertes.

Hay algo en la oscuridad, eso ya es seguro al igual que adentrarse en ella es una condena a muerte. Algunos guardias entierran en la estaca una cabeza de algún ser extraño y, lleno de cuernos, albino, sin ojos...más que tres puntos azules de cada lado...y una boca llena de dientes.

Los aullidos siguen escuchandose, los guardias vigilan las estacas y le disparan a algo en la oscuridad.

—Niños, será mejor que vayan a ver que hay del otro lado, para que aprendan que muchas veces el mal habita en donde no podemos ver.

—¿No vienes James?.–Dice Lizzy al cazador.

—No me necesitan...además ya no me sorprende, un chiste no funciona dos veces y menos veinte.

—¿Ir a donde están ellos?...—Dice Esteban.

—Tranquilo, ellos no saltaran las estacas por las cabezas de sus caídos.

Los dos chicos se levantan y caminan fuera de la fogata hacia el oeste, hacia donde están las filas de antorchas, estacas y algunos guardias.

Quedan estáticos ante lo que ven del otro lado de la luz amarilla y los destellos blancos a su lado, algunas flechas de metal vuelan hacia allá. Lizzy quiere sacar su ballesta de hierro, pero algo le dice que no será necesario.

—Rayos...

—Y ciudad centinela será peor.

Del otro lado, en la oscuridad, hay tres pares de luces azules juntos, como si fueran los ojos de algo, hay otro unos metros a lado recibiendo el disparo de un guardia, aquellas luces se apagaron rapido, pero hay más...

pareciera como si el cielo estuviera frente a ellos y las estrellas estuvieran frente suya, pero no es el cielo sino la oscuridad, y no son estrellas...

Ojos, decenas de ojos que abarcan todo el oeste.

GALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora