—¿Has escuchado esta canción?— le comenté poniendo el auricular en su oído, le subí un poco más y sonreí ante su adorable mirada de curiosidad.
Se acomodó mejor dándose la vuelta quedando con el torso levemente alzado y con sus brazos apoyándose mientras me veía y escuchaba de que se trataba la letra de la canción.
Le vi dar una sonrisa ladina, yo la correspondí por creer que podía terminar el momento en la realización de una fantasía digna de un chico de dieciséis al escuchar la canción, entender la letra, imaginarse a su amigo y ponerse en verdad cachondo.—Touch me, yeah. I want you to touch me there— canté el estribillo que comenzaba. —Make me feel like I am breathing, Feel like I am human.
Siguió sonriendo ampliamente y debes en cuanto daba risillas con cara de "Estás insinuando algo bastante peligroso". La casa prácticamente estaba sola, solamente estábamos los dos y las afanadoras que en un par de minutos se iban al ya cumplir su horario laboral, pero ¡Claro! Mamá podía llegar en cualquier momento y quién sabe que pasaría si nos encuentra en un acto comprometedor.
—Dancing through the night. A vodka and a sprite — continue cantando— A glimpse of the silhouettes, a night that they never forget.
Con la yema de mis dedos toque en sutil roce su fina cara, solamente para poder deleitarme de lo suave y liza que era, casi golpeando a lo irreal. El deseo en mí era ahogador, ¿Qué era lo que me detenía para comerlo a besos? ¿Mi mamá? ¡Qué estupidez! Por qué me ponía a pensar en ella cuando sé perfectamente que no vendría a mi cuarto, mucho menos llegaría por la tarde.
Yoongi pareció entender más rápido las cosas, se había quitado los audífonos y puesto entre medios de mis piernas quedando su rostro a la altura de mi pelvis. Dios, solamente podía pensar muy mal al tenerlo de esa manera delante de mis ojos. Muy insano.
—Eres un niño bastante sediento.— sonrió, desabrochó con una lentitud extrema mis pantalones, sin dejar de mirarme con su bella sonrisa y ojos penetrantes.
Suspiré por la idea tan explícita que se me venía a la mente. Me fue bajando la tela y yo alce un poco mis caderas para que salieran lo más rápido posible. —Lo curioso es que, en realidad el sediento soy yo~.
Mi cabeza se fue hacía atrás topando con el colchón, Yoongi había iniciado con besos marcados por mi hombría sobre la tela. Era un nivel de lentitud desesperante, matador, mucho más excitante de lo que podía ser un maldito sueño húmedo. Desde hace un rato que Yoongi no salía de mi mente por las noches ¿Qué tenía su cuerpo que se me hacía tan adictivo? Querer tenerlo siempre admirando y tocandolo, era una de mis prioridades por hacer todos los días que pudiera.
Continuaba con sus besos hasta que se cansó de torturarme bajandome los boxers. Reprimí un gemido involuntario al sentir que dejaba de estar encarcelado bajo un calor artificial dado por la tela.
—¿Quieres intentar esto?— Él lo hizo a propósito, ha hecho rozar sus labios con mi glande. Ha querido llevarme a la nubes con un roce y lo ha conseguido fácilmente.
—Sí~ No me tortures más— pedí.
Una de sus manos se fue directo a la base de mi pene tomándolo con rudeza, sus labios comenzaron a dar besos alargados y acompasados por toda la extensión, quería hacer que perdiera el conocimiento por el delirio que me provocaba. Siguió con sus candentes picos, hasta que engulló todo por completo. Mi gemido probablemente se escuchó hasta el patio trasero o por todo el fraccionamiento ¡Mi primera vez teniendo una felación! Muchísimo más caliente de lo que me podía haber imaginado.
Mis dedos apresaron las sábanas con dureza, mis piernas se abrieron mucho más queriendo que él tomará todo de mí. Mi boca la mantenía entre abierta y mis ojos quedaban completamente cerrados por el placer descomunal que sentía por la calidez que abrazaba mi miembro. Abrí los ojos queriendo quedarme con una grandiosa imagen de él en mi mente, lo único que logre fue excitarme todavía más al mirar como llegaba con su boca hasta dejar su nariz hundida entre mis vellos púbicos.
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Ventajas de ser invisible «y.m»
Hayran KurguPark Jimin te cuenta su historia de las ventajas que le daba ser invisible. A tan sólo dieciséis años de edad comienza con una vida nueva totalmente distinta a la que un niño de alta sociedad se encuentra acostumbrado a vivir. ¿Qué pasará si las ve...