Observo por el espejo retrovisor como mis hermanos vienen siguiéndonos de cerca desde hace unas cuatro horas en sus respectivos autos. Ya no siento las nalgas y no tengo ni la mínima idea de cuanto nos falta para llegar a la nueva casa y cada que puedo ataco a madre con la misma pregunta.
—¿Cuánto nos queda por recorrer?— ella al escuchar de nuevo la pregunta suspira cansada.
—Falta poco.— responde lo mismo y aún seguimos en carretera desde hace media hora.
Tomo mi mochila de los asientos de atrás y busco adentro mis auriculares inalámbricos para escuchar música de mi playlist porque ya me aburrí de escuchar la música de la emisora que en estos momentos se reproduce en el auto de madre. Al encontrarlos, los conecto a mi bluetooth, reproduzco el aleatorio y empieza a sonar Wolves de Selena Gómez.
Apoyo mi cabeza en el vidrio mientras miro el camino que pasa por mi lado. De pronto siento un cansancio a tal punto de que mis párpados pesan y no logro mantenerlos abiertos hasta que sin previo aviso caigo dormida.
Vuelvo a abrir los ojos pero lo que veo ante mí no es el auto de madre, lo que obstruye mi panorama es un inmenso y frondoso bosque de verdosos pinos, y ningún miembro de mi familia logro percibir cerca, lo que me hace entrar en desesperación.
¿Cómo he llegado hasta aquí?
Me levanto del suelo terroso, sacudo la parte trasera de mi pantalón y me dispongo a buscar a mi madre y a mis hermanos.
—¡Mamá!— grito y mi voz se escucha lejana en el bosque —¡Kevin, Ken!— y esta vez llamo a mis hermanos —¡¿En dónde están?!— grito ya alterada al no obtener respuesta de ninguno.
Esto se me está haciendo raro.
Un silencio profundo es lo que ahora rodea el bosque hasta que empiezan a susurran mi nombre una y otra vez, pero aquella voz es desconocida para mí y no logro identificarla. Por si solos mis pies se mueven al lugar de donde proviene la voz, como si lo obligarán a andar y un sendero de piedras se hace visible delante de mí, que a lo lejos de él se puede visualizar una cabaña.
Mientras me voy acercando a ella, un refrescante y adictivo aroma a canela inunda mis fosas nasales y le causa un descontrol a mi loba por dentro. Ya al frente de la misteriosa cabaña, subo los escalones de la entrada y escucho como la madera vieja rechina bajo de mis zapatos, me acerco a la puerta y al notar que se encuentra ajustada, solo la empujo y oscuridad y silencio es lo que reina en el interior del lugar, y el aroma a canela se percibe con mucha más intensidad.
Tomo la lámpara de aceite que cuelga afuera y la enciendo, acto seguido me introduzco al interior de la cabaña y una parte se logra iluminar un poco, alcanzando a ver como adentro hay muebles viejos y empolvados, estantes con frascos con contenidos extraños y varios libros abiertos y esparcidos en la amplia mesa de madera oscura que está en el centro. Me acerco y dejo la lámpara a un costado para agarrar un libro y leer su cubierta, la cual dice en letra griega «Encantamientos», y como lo curiosa que soy, leo todo lo que dice las página y cada una de ella contiene escritos que dan indicaciones exactas de como hacer todo tipo de hechizos, brebajes, remedios mágicos, fórmulas, y entre otras más.
Una corriente de brisa roza mi nuca y me hace estremecer hasta los huesos, luego susurran mi nombre muy cerca de mi oído y dejo caer el libro al suelo del susto. Giro rápidamente y no veo a nadie. Lentamente la lámpara se va apagando e inunda nuevamente todo el lugar en completa oscuridad. Busco la manera de encender la lámpara pero fallo en el intento. También trato de usar mis poderes y no funcionan.
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La Princesa de los Lobos.
WerwolfAmanda Blake tiene dos semanas de haber cumplido su mayoría de edad y un secreto le fué revelado ese mismo día, al fin la verdad relució. Ella no tiene ni idea del mundo que la rodea. Ahora tendrá una perspectiva muy diferente de ver el lugar en don...