Dos semanas después.
Desde hace catorce días empezó a nevar por todos lados, provocando así que el bosque se tiñera de una blanca escarcha y las noches se volvieran cada vez más frías. Los pequeños e inofensivos animales que habitan los diminutos rincones del bosque, se han escondido en sus madrigueras para tomar su tiempo de hibernación y despertar en primavera, pero como siempre han quedado algunos depredadores merodeando el bosques día y noche en busca de una presa para cazar y comer.
Dejo de divagar en mis pensamientos y me levanto de la cama toda soñolienta para ir al baño a darme una larga ducha y así poder vestirme para ir al aeropuerto.
Hace aproximadamente dos días, mi madre habló con mi abuelo Francisco y este le dijo que mi abuela Katherin y él estaban organizando un baile, y se les ocurrió la brillante idea de presentarme ante todos en Arcadia. Obviamente mi madre Melissa acepto la idea. Por eso es que todos en esta casa están despiertos y en movimiento.
Me despojo del pijama y me adentro a la regadera, así dejando que el agua tibia choque contra mi cuerpo y empañe los cristales.
Después de quince minutos, salgo lista de la ducha, tomo una toalla para secarme y luego la enrollo en mi cuerpo. Camino a la habitación, me pongo ropa interior y voy al armario para elegir una prenda de ropa; un jeans tiro alto negro, una simple camisa blanca, una gabardina nude y tacones de aguja del mismo color que el abrigo. Tomo una cartera negra y en ella guardo mi celular, los audífonos y el pasaporte. Por último agarro el lente de sol de la mesa de luz y me lo pongo.
Salgo de la habitación con todo lo necesario para el viaje. Bajo las escaleras y cuando llego al último escalón, observo como las empleadas van de un lado a otro con nuestras maletas de viaje. Veo a María pasar por mi lado, así que la detengo.
—Buenos días, María.— ella hace una reverencia —¿Sabes en donde se encuentra mi madre?— le pregunto.
—Sí, Am. — asiente —Ella se encuentra en su oficina, en una llamada telefónica. Y me mando a que le dijera a sus hermanos y a usted, que el transporte que los llevara al aeropuerto llegara en un minuto.
—Esta bien.— sonrío —Gracias, María.
Ella subo al segundo piso, en busca de mis hermanos y yo termino de bajar las escaleras, para luego caminar a la puerta y traspasarla, ya que esta se encuentra abierta. Al tiempo que bajo los tres escalones de la entrada, un Mercedes-Benz Jeep negro se estaciona al frente de mí, y de él bajan dos hombres vestidos con traje negro y con semblantes serios.
Ambos de piel blanca, cabellos castaños, cuerpos trabajados, altos y de ojos marrones. Se nota que son omegas.
El que tiene pecas en el rostro y su semblante es más serio, se acerca y se detiene frente a mí.
—Buenos días, señorita...— habla el hombre pero se queda en media oración.
—Blake.— extiendo mi mano —Amanda Blake.
Observo como el hombre que está frente a mí y el que se encuentra detrás de él, a un lado del auto, cambian sus expresiones serias a una de sorpresa, y luego se inclinan ante mí.
—Oh, princesa, no teníamos idea de que era usted. Disculpenos.— habla apresurado el chico de atrás.
—Tranquilos, no se preocupen.— les digo y ambos dejan de inclinarse —No estoy todavía acostumbrada a este tipo de cosas.— me quito los lentes y sonrío.
Ambos asienten.
—Soy Lysander Way y él es mi hermano Andrew Way.— dice el chico que está frente a mí para luego señalar al otro castaño —Hemos sido enviados por el rey para mantenerla segura durante el viaje y mientras su estadía en el castillo.
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La Princesa de los Lobos.
Hombres LoboAmanda Blake tiene dos semanas de haber cumplido su mayoría de edad y un secreto le fué revelado ese mismo día, al fin la verdad relució. Ella no tiene ni idea del mundo que la rodea. Ahora tendrá una perspectiva muy diferente de ver el lugar en don...