Si tuviese un deseo pediría quizás jamás haberte conocido, jamás habernos lastimado, jamás haberte querido. Pediría, dejar de sufrir por tener tu ausencia a mi lado y dejar de rechazar tu presencia. Pediría dejar de verte como aquello que podríamos ser y comenzar a verte como aquello que somos y que no quiero ser.
Pediría que vengas conmigo y dejar de rechazarnos, de separarnos, de tratar de olvidarnos. Olvidar que podemos ser y no somos, podemos querer y no queremos. No queremos porque nosotros no queremos, no por no poder.
Me gustaría poder abrazarte, poder mirarte de cerca, poder besarte o tan sólo caminar con tu mano pegada a la mía, pero rechazo el sólo hecho de imaginarlo. Quizás porque algo que nunca empieza nunca tiene final, y eso es exactamente lo que quiero, o quizás por miedo a que alguien me quiera. Quiero dejar de querer quererte y comenzar a quererte en serio.
Y sí, te quiero. Te quiero como a nadie, como a ninguno, como ni siquiera a mi me quiero, pero es ese miedo que me hace olvidar que podemos ser, que podemos estar, que podemos vivir, vivir juntos o separados, que más da, es vivir, pero el vivir de vivir a tu lado no sé compara con el vivir sola, con el estar sola.
Si tuviese un deseo pediría jamás haberte conocido, no por pensar que estaría mejor así, sino por pensar que te podría conocer, quizás en otro momento en donde no seamos tan idiotas, en donde no seamos tan inmaduros, en donde seamos y punto.
Si tuviese un deseo pediría que el momento sea ahora, que ahora sea el momento en donde nuestras vidas se juntan y ya pasan a ser una sola conectada por el suave eco de tu risa.