Me rompo, me escondo y te invoco hasta cuando no te nombro. Y lloro, principalmente lloro para limpiar las penas que cargo en los hombros. Y no sé que esta pasando pero me siento insignificantemente efímera. No me siento cómoda en la posición de víctima aunque es lo que me sale. Un mundo de contradicciones y una mente ambivalente que me sacude la sien. Si hay tanto viento constante que ya parece que hay calma y yo me estoy acostumbrando al huracán que tiene tu nombre. En calma o rozando la locura pero voy, a veces muy rota como para estar bien y otras veces muy bien como para admitir que me rompí.