Escribir duele.
Las palabras se amontonan en mi mente y luchan por salir entre mis dedos. Se amontonan, muchas y todas juntas, y mi mente es solo una, mis dedos son 10. Entonces comienzo a gritarlos, porque esas palabras necesitan salir y yo necesito que salgan. Comienzo a gritarlas, y luego las lloro, porque duele mares sentir como salen de mi y se alejan, para jamás volver.
Escribiendo soy auténtica, las palabras me describen y, quiera o no, yo las escribo.