Epílogo.

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(POV Naruto)

—¡DEJA DE MOVERTE! Si tan solo te quedaras quieto...—
Repetía Sakura con un tono de voz cada vez más molesto. Llevaba cerca de cuarenta minutos tratando de acomodarme un pequeñísimo ramillete de flores silvestres amarillas en aquella pequeña bolsilla del saco.

—¡Es que me pica! ¿Segura que las limpiaron bien?—

—Yo las limpie Naruto-kun... E-Están completamente limpias...—, respondió Hinata, sonriendo con nerviosísimo. Le creía. Con que ella lo dijera bastaba. Pero las flores hacían que me diera comezón.

—Pues vete acostumbrando, porque todavía falta la tiara que te voy a poner. La hice especialmente para ti...— dijo Ino, en algún lugar de la habitación. Giré la cabeza, un tanto escéptico, para mirarla con una cara de confusión total. ¿Yo? ¿Con una tiara?

—¿Estás bromeando cierto...? Yo no me voy a poner una tiara...—

—Oh si... Claro que lo harás...— respondió, acercándose a mí con esa mirada que tanto miedo me daba. En respuesta, solo asentí y mire hacia otro lado.

—¡Listo! Por fin ya quedaron. Por favor, trata de ya no moverte tanto... Si lo haces se van a desacomodar de nuevo. No quiero que te vayan a caer a medio camino...–

—No lo harán. Procuraré que se queden siempre en su lugar.— respondí sonriente. Me gustaba la manera en la que se preocupaban tanto por mí en este momento. Me hacía sentir seguro y sin nada de nervios.

—Muy bien... Ayúdame a ponerle la tiara, Sakura...—.
Ino tomó una pequeña caja blanca de una mesita cercana. La abrió y saco lo que parecía una enredadera llena de pequeñas florecillas silvestres. De esas que estaban a los lados de cualquier camino. De esas que a mí tanto me encantaban. Conforme lo acomodaba, iba tomando la forma de una tiara. No es como que fuese muy masculina que digamos... Pero me gustaba. Tenía un lazo blanco enredado entre las ramas y las flores. Se veía desordenada, y al mismo tiempo perfecta. Solo Ino sabría hacer cosas como esas.

—Tampoco quiero que te muevas... La tiara es bastante delicada... Si se me cae, estaremos perdidos...—
Asentí con la cabeza y cerré los ojos, sintiendo como el peso de las ramas caía sobre mi cabello. Me raspaban un poco, pero conforme Ino las arreglaba, se empezaba a sentir cómodo. Sentí que la había puesto un poco ladeada, y lo agradecía, porque eso le daba un toque más como... ¿Yo?
Terminando de acomodarla, Sakura se acercó de nuevo para acomodarme la corbata. Yo había insistido infinitamente en que un moño hubiera estado mejor, pero en fin, todas ellas confabularon contra mí y me pusieron lo que ellas quisieron. ¡Incluso Hinata! Ella fue la que insistió hasta el final que mi traje debía de ser blanco. ¿A quién se le ocurre? Un negro iría perfecto...
Pero blanco... Con una...
De verdad que estoy agradecido con los dioses por no haber permitido que a alguna de estas locas se le hubiera ocurrido colgarme un velo... Por qué entonces sí sería el colmo.

—Bueno. Estás listo. Te ves bien y lograste lucir de maravilla hasta este momento. Ahora, ¿estás listo?— pregunto Sakura, tomándome de los hombros y esbozando una enorme sonrisa. Asentí energéticamente y le devolví la sonrisa. TenTen se acercó y me pellizco las mejillas, supongo que para darles un poco de color. Ino acomodo un poco el cabello de mi fleco. Hinata le dio una última pasada a las flores. Y Sakura me acomodaba el saco.
De pronto dieron unos pequeños golpecitos en la puerta, unos bastante discretos.

—Adelante. — dijo Ino. Kakashi sensei asomó la cabeza por la puerta y me busco con los ojos, hasta dar conmigo.

—Naruto, ya todo está listo. No quiero apresurarte... O más bien si... Pero sería genial si pudieras salir ahora. Iruka ya está esperando por ti en el portal. —
Sus últimas palabras activaron un sentimiento bastante desagradable dentro de mi.

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