Al principio fue un beso tímido, tembloroso, como si pidiese permiso con el roce leve de sus labios. Severus Snape llevaba mucho tiempo sin besar a una mujer, y mucho menos sin sentir algo genuino por alguien desde...No, no quería pensarlo. Sólo quería dejar atrás aquella noche, aquella época.
Quería olvidar un pasado que le perseguía como su propia sombra, incesante y cruel. Haciendo acopio de todas sus fuerzas, oprimió su boca contra la de la muchacha con cierta rabia contenida, como si creyese que así lograría esquivar a sus fantasmas.
Fue un beso intenso, profundo, húmedo y algo rudo. A medida que los labios de uno intentaban poseer los del otro, podía incluso decirse que había un cierto grado de volencia pasional, una intensa lucha creciente por llegar al éxtasis. Liva atrapaba de vez en cuando el labio inferior de Snape entre sus dientes, tirando de él cada vez con menor sutileza.
Agarraba con fuerza el cuello de la túnica para acercarle más a ella al tiempo que él enredaba sus dedos entre el pálido cabello de la muchacha, sin dejar de acariciar su mejilla con el pulgar extendido.No sabrían decir cuánto tiempo pasaron así: tal vez minutos, tal vez horas. Pero cuando sus cuerpos se separaron unos centímetros e intentaron recuperar el aliento, ambos sabían que algo había cambiado. La sangre fluía más cálida en sus venas, sus corazones latían más fuerte, sentían la electricidad en cada poro de su piel. La química entre ellos era innegable.
-Tal vez tu amiga esté en lo cierto -susurró Severus Snape junto al oído de la joven.
Ya no podían volver a fingir que no había pasado nada. Ya no servía ignorarse ni mirar para otro lado. Volvieron juntos al castillo, caminando despacio y en silencio. Liva sentía la tentación de entrelazar su mano con la de él durante el paseo, pero sabía que nunca se lo permitiría, así que caminaba a su lado sin mirarle. En realidad era un silencio cómodo. Ambos eran de pocas palabras y en ese momento no había lugar para ellas.
La luz de la luna bañaba los terrenos del castillo, realzando las sombras de los árboles y de alguna que otra criatura nocturna. Al llegar, las puertas se cerraron tras ellos.
-Ah, Severus, ya temía que te hubiera pasado algo -dijo la jovial voz de Dumbledore-. Veo que vienes acompañado de la señorita Gyllenblom, muchas gracias por escoltarla hasta el castillo -continuó, dedicándole una mirada de complicidad por encima de sus gafas de media luna-. Creo que podrá continuar su camino hasta los dormitorios sola sin ningún inconveniente, señorita Gyllenblom. Que tenga muy buenas noches y que no se despierte con ningún dolor de cabeza -dijo guiñándole un ojo-. En cuanto a ti, Severus, vayamos a dar un paseo.
Liva marchó obediente hacia los dormitorios de Hufflepuff, tremendamente sonrojada y nerviosa por el comentario del profesor Dmbledore. ¿Tanto se notaba que había bebido? ¿O a caso Dumbledore sabía, de algún modo, dónde había estado aquella tarde? ¿Sabría también entonces lo que había pasado, y por ello quería hablar con Snape?Severus tampoco se sentía tranquilo ante aquella inesperada encerrona.
Durante todos los años que llevaba como profesor en Hogwarts, Snape había aprendido que Dumbledore tenía la extraordinaria habilidad de leer a los demás como si de un libro se tratase y nunca hacía un movimiento en vano.
-Confío en que las clases extracurriculares de la señorita Gyllenblom estén dando sus frutos -comenzó Dumbledore mirando con fingida distracción a su alrededor.
-Sin duda -respondió Snape, meditabundo-. Creo que podrá presentarse a los EXTASIS sin demasiadas dificultades.
-Es una joven extraordinaria, ¿no crees, Severus? No he podido evitar fijarme en que últimamente pasáis mucho tiempo juntos -acertó, esta vez mirando a Snape directamente a los ojos.
Sin embargo, su sonrisa era afable. Snape, en contrapartida, se puso rígido y se limitó a quedarse en silencio.
-Sin duda es una circunstancia un tanto comprometida, me temo. Me debato entre mis obligaciones como director y mis preocupaciones como amigo. Sin embargo, tengo la esperanza de que seas capaz de recuperar un trocito de tu alma, Severus, y dejes de torturarte por el pasado.
-Eso nunca ocurrirá, todo fue culpa mía -respondió Snape, más agitado de lo que le hubiera gustado mostrarse-. No merezco nada, Albus... sólo sé destruir aquello que toco.
-Confío, Severus, en que te aportará más bien que todo el daño que tú pudieras hacerle. Es una joven fuerte, tiene toda la vida por delante. Tú, sin embargo, necesitas desesperadamente a alguien que te haga sentir que aún tienes corazón. Y que puede volver a latir. No te tortures, Severus, y vive un poco. Todos merecemos algo de amor.
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✔️ Liva - parte 1/3
FanfictionLa llegada de una chica del norte alterará algo más que la rutina de Severus Snape.