Severus Snape aún recordaba con perfecta y dolorosa claridad lo que había pasado aquel día, años atrás. Cuando él aún era un joven muchacho, cuando aún era estudiante de Hogwarts, hubo también un baile.
Era navidad y todo el castillo estaba iluminado con miles de pequeñas velas, había hadas que revoloteaban por todas partes, las armaduras brillaban inusualmente y había un gran árbol blanco en mitad del vestíbulo. Se había adquirido la costumbre en el castillo de colgar, cada uno, un pequeño pergamino enrollado en alguna rama del imponente árbol. En él, se escribía algún deseo o buen pensamiento de forma anónima y se esperaba que, tal vez por arte de magia, se hiciera realidad.
Severus Snape nunca había compartido aquella afición, que consideraba absurda, a pesar de que su mejor amiga, Lily Evans, repetía aquella curiosa tradición cada año, a veces incluso con varios pergaminos.
Nunca se lo había contado a nadie, pero cada año, cuando Lily se despedía de él para dirigirse a la torrre de Gryffindor con un "Deberías disfrutar de las navidades un poco, Sev", él se escabullía discretamente, procurando que nadie le viese, y corría a descolgar los pergaminos de Lily. Los leía tras los doseles de su cama con avidez y, sin pensárselo dos veces, hacía todo lo posible por hacerlos realidad. Durante años había ayudado a Lily a sacar Extraordinarios en Pociones, había encontrado el modelo exacto de pluma de pavo real que ella quería y la había comprado por catálogo vía lechuza. Había hecho todo cuanto estaba en su mano por hacerla feliz, siempre a escondidas.
Y por ello, aquel año, cuando habían discutido tras un desafortunado comentario del que Severus se arrepentía enormemente, se quedó de piedra al leer la pequeña nota que ella había colgado. Lily Evans, su Lily, deseaba que fuera James Potter quien le pidiese ir con él al baile de navidad. Severus sintió cómo algo afilado le atravesaba directamente el pecho, y la culpabilidad se apoderó de él. Si no hubiese discutido con ella, si no se hubiese dejado influir tanto por aquellos Slytherins, si no odiase con todas sus fuerzas a James Potter... pero no podía evitarlo. Y ahora, más que nunca y con renovadas fuerzas, le deseaba todo el mal que pudiera acontecerle.
Lily no le dirigía la palabra, por lo que sería inimaginable que aceptase ir con Severus si se lo pedía. Sin embargo, aún tenía la pequeña esperanza de que James no se lo pidiese. Al fin y al cabo, ella también le había odiado durante casi todo su paso por Hogwarts. Quizás, aunque ella hubiera cambiado de parecer respecto a James, él no se hubiera dado cuenta.
Así pues, acobardado, esperó a que llegara el día del baile. James no parecía tener especial trato con Lily, por lo que Severus se armó de todo el valor que le quedaba dentro, y decidió que tenía que hacer algo. No iba a perder a Lily después de tantos años por una pelea. Era o James, o él. Y no iba a perder contra un maldito león.
Aquella noche, Severus Snape se puso su mejor túnica —una negra y verde oscuro, bastante vieja y enmohecida, que le quedaba grande—, y se dirigió nervioso pero decidido hacia el gran comedor.
Esperó en el vestíbulo, apartado en una esquina para intentar evitar las miradas desdeñosas de sus compañeros, hasta que Lily apareciera. Y allí, bajando por la gran escalera desde la torre de Gryffindor, Lily sonreía con tanto esplendor que eclipsaba las miles de diminutas luces que adornaban toda la estancia. Firmemente aferrado a su brazo, James Potter se henchía de orgullo.
Severus fue incapaz de moverse, sentía que le habían estacado al suelo y tenía ganas de vomitar. Desde la puerta, aún sin poder creérselo, escuchó la música de orquesta que comenzaba a sonar y les vio arrancar el baile. Pero lo peor fue cuando, después de la copiosa cena y algo de ponche —que sin duda los merodeadores habían adulterado—, vio a James Potter salir del Gran Comedor con Lily. Severus, ocultándose en las sombras que arrojaban las velas, les siguió hasta un pequeño y solitario recodo en un pasillo. Y vio, mientras sus ojos se empañaban de lágrimas, cómo James la besaba, y ella correspondía su beso.
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✔️ Liva - parte 1/3
Hayran KurguLa llegada de una chica del norte alterará algo más que la rutina de Severus Snape.