Capitulo 5

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Alguien tarareaba. Algo suave y melodioso —una canción que debería haber reconocido pero no lo hacía—una fría presión en mi frente me obligó a abrir los ojos.

Mamá me sonreía, su mano acariciando mi rostro. —Hola, cariño.

Parpadeando lo miré y luego más allá, hacia la habitación. Había persianas blancas levantadas, que permitían que la brillante luz solar irradiara por la ventana abierta. Podía escuchar los pájaros piando afuera. Las paredes eran blancas, al igual que las losas del techo. Y la cortina que separaba mi cama del resto de la habitación era amarilla sol. Supuse que todo debería haber sido alegre, pero el hecho de que estuviera acostado en una habitación de hospital no me hacía sentir tan alegre. ¿Cómo diablos llegué aquí?

Todo lo que recordaba era estar llorando en los brazos de mamá. Después de eso todo era más o menos un agujero negro.

—Oye —dije con voz ronca. Mi boca y garganta se sentían realmente secas, como si toda la humedad se hubiera succionado de mi carne.

— ¿Tienes sed?

Asentí.

Ella agarró un vaso plástico de agua de la mesita móvil de noche. Tenía un sorbete dentro y lo inclinó para que pudiera beber sin levantar la cabeza. El líquido frío se sentía como el cielo mientras pasaba por mi reseca garganta. Tomé un sorbo más antes que lo apartara y lo pusiera de nuevo sobre la mesita.

— ¿Por qué... por qué estoy aquí?

—Enfermaste, nene.

Intenté sentarme. Mis brazos, espalda y cuello se sentían adoloridos. Dolían más que cuando recién me había despertado en el contenedor. Mamá me ayudó a incorporarme y metió una almohada detrás de mi espalda.

— ¿Cuánto tiempo he estado aquí?

Dejó de juguetear con mi almohada, y realmente me miró. Fue entonces cuando noté lo rojo que estaban sus ojos y las manchas oscuras debajo de ellos. Parecía como si no hubiera dormido en una semana.

—Alrededor de treinta y seis horas.

— ¿Qué? —Me abalancé hacia adelante, pero mamá me empujó hacia atrás, impidiéndome saltar de la cama.

—Todo está bien. Vas a estar bien.

—Pero, ¿Pero... eso es más de un día? ¿Cómo es posible?

Se sentó en el borde de mi cama, con su mano todavía en mi brazo. Era como si no pudiera dejar de tocarme, quizás para ver si era real. ¿Qué había pasado como para darle esa mirada atormentada a su rostro? —El día que llegaste tarde a casa? Algo sucedió y tuve que llamar al 911.

Aferré fuertemente su mano, implorándole que me dijera lo que en realidad ocurría. — ¿Qué sucedió?

—Dejaste de respirar. No podía resucitarte. —Las lágrimas empañaron sus ojos y apretó su agarre en mi mano.

Se me cayó el corazón al estómago. —Pero estoy bien ahora, ¿Verdad?

Asintió y las lágrimas se derramaron. Sonriendo, se las limpió con el dorso de la mano. —Sip, estás más que bien, cariño.

La cortina amarilla se agitó, después se separó al medio y papá pasó a través, cargando un enorme oso de peluche rosado. Asintió hacia mi mamá.

STATIC [GYUHAN] [ADAPTACION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora