Soilless; Bill Cipher & Tu

2° warm.

Me levanté del sofá dispuesta a bañarme, el frío era tanto que me había dejado aturdida de la emoción. Troté escaleras arribas pasando por el cuarto de mi padre, del cual salían ruidos raros, me detuve un momento para pegar el oído a la puerta y escuchar un poco más, sonaba como la estética de un televisor -Slenderman- . Me retiré un poco y pegué la frente a la puerta, tomando la manecilla y girándola lentamente hasta abrirla, miré dentro de la habitación de mi padre, buscando al intruso, papá trabaja todos los días, entraba un poco tarde en la mañana y salia casi en la noche, ¿mamá?, mamá no vivía con nosotros, ella estaba en el otro lado de el país, por razones desconocidas - aun que estaba empezando a hacerme algunas ideas -.

En definitiva, nadie estaba en la habitación, y había un silencio sepulcral, de esos en los que temes quedar completamente sordo, salí de la habitación y baje a tomar un vaso de agua, para luego volver a subir y cumplir mi cometido. ya en la regadera, dispuesta a olvidar y despejar mi mente de cualquier problema, me dedique a lavar mi cabello, tenía unos días desde la última vez que lo había lavado y me preocupaba quedar calva, amaba mi cabello, empecé a desenredarlo con mis dedos y  fue en ese entonces que caí en cuenta de que mi cabello se encontraba corto, por debajo de los omóplatos exactamente, cuando hace unas doce horas lo tenía debajo de los glúteos, me giré con rapidez para cerrar la llave de la regadera y dirigirme a el espejo del baño, observando mi ahora cabellera corta, una punzada de dolor se coló en mi corazón, haciéndome sentir vacía, mi cabello lo era todo para mi, me devolví a la ducha para terminar de enjuagarme y salí del baño para cambiarme.

°°°

En el transcurso de la tarde, me puse a pensar en quien había cortado mi cabello, y en que momento lo había hecho, sostuve entre mis dedos algunas hebras de mi cabello, lo pose en frente de mi nariz y empece a olfatearlo, cosa que hacia cada vez que pensaba, me sobe la nariz y seque el poco sudor que se encontraba en las zonas de mi nariz y bozo, dudaba de que hubiera sido mi papá, el era cruel, si, pero no a tal grado.

«Mira hacia la ventana»

Voltee a ver de quién se trataba, no fuera a ser que me estubiera enloqueciendo –como llevaba pensando hace horas–. Pero como lo supuse, no había nadie. Me levanté de mi asiento para acercarme a la ventana, corrí las cortinas y me dispuse a observar hacia afuera, captando la mirada de alguien. Estaba parado al lado de uno de los pinos de la zona , achiqué los ojos para verlo mejor, y retrocedí con miedo al reconocerlo.

Era el niño de la otra vez, y en una de sus manos sostenía unas mechas largas de cabello.