Inconsciente subconsciente

Capítulo 8

Para continuar sacó una hojilla idéntica a las usadas antes y empezó a desollarle la cara desde las mejillas...

Sara gritaba, se mordía la lengua para evadir el dolor de su mejilla, se retorcía lo que podía, intentaba liberarse de la pared; pero no podía.

Al llegar a desollarle de la mejilla hasta la barbilla, el subconsciente de Sara paró, se fue a un rincón de la habitación y se sentó en la esquina entre las paredes.

Sara pudo descansar del martirio por unos momentos. Forcejeó en vano durante minutos hasta que por fin consiguió romper una de las correas que la sujetaba a la pared. Aunque le dolía exageradamente porque le habían arrancado las unas, se desató las otras correas y salió corriendo como pudo. Se cayó varias veces hasta llegar a su subconsciente.

Cuando llegó hasta su subconsciente le agarró del cuello con el espacio entre el pulgar y el índice, para no hacerse daño al apretar con las puntas de los dedos. Le puso contra la pared y le dio un cabezazo. Consiguió hundirle la nariz, después siguió golpeándole la cabeza contra la pared.

Vio que en la caja de herramientas había una maza y una sierra, y agarró los dos. Primero usó el mazo para triturarle los pies y las manos, luego las rodillas y los codos. Cuando terminó agarró la sierra y empezó a descuartizarla, empezó primero cortándole los dedos de los pies, luego los tobillos, las rodilla, los dedos de las manos, las muñecas, los codos hasta que por último le cortó la cabeza.

El placer de haber podido torturar a su subconsciente le había hecho olvidarse por completo del dolor.

El día se volvía a hacer y Sara ya no abría los ojos.

La patrulla estaba frente a su casa y los agentes dentro. Un supuesto caso de suicidio en situación de descontrol. Tenía cortes detrás de las rodillas y los codos y se había intentado serrar el cuello.