Capítulo 6 - Ranas

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Estaba súper-mega-hiper-extra castigada.
Mi madre se puso como una auténtica fiera al ver cómo había dejado la casa, así que me escondió la Nintendo 64 y ahora tengo que limpiar la casa todos los días yo sola. Por no hablar de que tengo muy prohibido eso de salir. Tan sólo podía salir para ir a clase o hacer la compra.

En este momento estaba caminando para ir a clases. Tengo todo lo que necesito en la maleta: libros, estuche, libretas y ranas.
Lo de las ranas es algo personal.
A la señorita Rottenmeier le va a encantar la idea de ver ranas saltando por todo el aula.
¿Qué? Soy bastante rencorosa.

Entré a clase y esperé a que la profesora hiciera su aparición también.

—Señorita Shawn —dijo la vieja amargada cuando penetró el aula.

—¿Qué quieres? —contesté despreocupada.

La profesora me miró con los ojos muy abiertos, llenos de sorpresa.

—¡No debe responder de esa forma! —exclamó acalorada— Voy a tratar de mejorar sus modales, señorita. Por el momento, sólo quiero que deje el bote que tiene en su mochila encima de mi mesa.

Trague saliva. ¿Cómo sabía lo de las ranas? Maldita vieja amargada.

—¿Qué bote? —pregunté inocentemente, aunque sabía que de inocente no tengo absolutamente nada.

La profesora se levantó del asiento, dejando respirar a la pobre silla, y me miró enfadada.

—Por favor, señorita Shawn, no lo haga más difícil —dijo, volviendo de nuevo a su asiento.

Suspiré y dejé el bote de ranas encima de la mesa de la profesora y me volví a mi asiento, fastidiada.

—Ahora permanecerá de pie en la esquina que prefiera del aula —demandó.

Abrí mi boca, sorprendida. Ya me había quitado el bote de ranas, ¿y ahora quería castigarme? Suficiente tenía en mi casa como para estar castigada también aquí.

—¿Y ahora de qué se me acusa? ¡ya le di el frasco lleno de ranas! —exclamé con ira.

—Sólo haga lo que le pido, señorita. Tal vez deba tener una charla con su madre si usted sigue así —me comunicó.

A regañadientes, caminé hasta la esquina de la clase más alejada de todos y me crucé de brazos, ceñuda.
No quería que mi madre supiese qué clase de modales y lenguaje uso cuando no estoy con ella, aunque de todas formas sé que se acabará enterando, ella lo sabe todo.

Estúpida aguafiestas la profesora esta que parece la de Heidi pero con una tonelada de peso más... por eso la llamo Rottenmeier, se me parece bastante.

De repente, la botella de agua de la profesora calló al suelo. La profesora fue a recogerla, y cuando lo hizo, sus papeles volaron por sí solos.

—¿Qué está pasando, por favor? —preguntó algo asustada.

Al instante, la pizarra se descolgó de la pared, pero a la profesora le dio tiempo para salir de su asiento antes de caer tras de ella.

Los alumnos se levantaron de sus pupitres, asustados.

Después, la profesora me miró directamente a los ojos.

—¿Usted tiene algo que ver con esto? —me preguntó.

Negué con la cabeza, también asustada.
No sabía qué estaba pasando exactamente, era como si todos los objetos de la clase hubiesen cobrado vida. Pero eso era imposible...
Entonces, lo más inesperado ocurrió: las ranas fueron liberadas del bote.

El aula se llenó por completo de ranas.
Fue genial ver cómo la profesora se subía en su silla, gritando como loca mientras las ranas saltaban y saltaban.
Muchas de las chicas subieron a sus asientos también, asustadas.

Esta clase se estaba convirtiendo en una clase bastante divertida, nunca me lo había pasado tan bien en el instituto.
La cara de asustada de la profesora no tenía precio.

¡Las sillas estaban siendo lanzadas por una fuerza desconocida! También estaban moviéndose por sí solas.

Entonces, un profesor entró a nuestra clase y miró despavorido la escena.

—¿¡Qué está ocurriendo aquí!? —exclamó.

...

Hoy caminaba de vuelta a casa aún recordando lo que ocurrió en clase, estaba riendo incesantemente aunque sabía que en casa tenía que soportar las regañinas de mi madre, por no hablar del lote de limpiar que me tengo que pegar más tarde.

Al llegar a casa, fui a mi cuarto a dejar la mochila cuando escuché una voz.

—¿Te divertiste mucho en clase? —preguntó.

Me giré rápidamente.
¡Era aquel traidor!

—Más vale que te calles, pequeño trai... espera, ¿cómo sabes lo que ocurrió en clase? —pregunté suspicaz.

Él sonrió con tranquilidad y se acercó un poco más a mi.

—Fui yo quien hizo todo eso —confesó.

Abrí mi boca, sin poder creerlo. ¿Entonces él había montado aquella escena?

—¿¡Fuiste tú!? —reí a carcajadas— ¡ahora me caes mejor, Benito! —exclamé aún a carcajadas.

Él cambió su semblante a uno más serio.

—Mi nombre es Ben, no Benito —repuso.

—¡Y a quién le importa! —exclamé, aún a carcajadas— ni siquiera sabía que podías hacerte invisible.

Terminé mi incontrolable risa y Ben empezó a hablar.

—También puedo hacerme invisible, como todo fantasma —dijo.

—Una pregunta, Beni... Ben —pedí, y él asintió—. ¿Por qué hiciste eso?

—Porque aparte de parecerme bastante injusto que te castigase, quería pasarlo bien actuando como fantasma por primera vez —respondió.

Me emocioné. ¡Me había defendido! Entonces tacharé a Benito de mi lista negra. Se había ganado un buen puesto en el lugar de mi lista blanca. Bueno, se ha ganado un buen puesto porque no hay prácticamente nadie en mi lista blanca.

Le abracé animada, pero el deshizo el abrazo.

—No quiero que te emociones, Ayleen, pero te lo debía ya que estás castigada por mi culpa... aunque también fue culpa tuya... —dijo, como quien no quiere la cosa.

Apreté mi puño y mandíbula.

—¿Cómo que mi culpa también? —pregunté notablemente enfadada.

Mi madre abrió la puerta de mi cuarto, como siempre, sin llamar.

—¿Qué haces hablando sola, Aeryn? No quiero una hija que esté loca. Vamos, baja a almorzar —demandó y salió de mi cuarto.

Odio la forma en que me habla. ¿No se supone que las hijas únicas son las consentidas? ¡já! Que me lo digan a mi.

Escuché una risa tras de mi.

—¿Te llamas Aeryn? —preguntó Ben entre risas— vaya nombre más ridículo.

Sonreí ladinamente.

—Mejor no hablemos sobre nombres ridículos, Benito —contraataqué.

Me miró con cara de pocos amigos y desapareció, al menos, de mi vista.

Let's play『Ben Drowned』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora