Capítulo 16 - ¿Plan del revés?

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Ben me bajó hasta el comedor y ahora todos cenábamos «en familia».

—Nunca te había visto por aquí. Bueno, en realidad tampoco soy quien para decirlo, porque no he salido mucho desde que nos mudamos —habló mi madre.

Ben asintió mientras comía como un poseso.

Eh, mamá, ¿dónde está el chico educado y perfecto ahora?

—¡Mira cómo come! Él si que tiene buen gusto en la comida, no como Ayleen. Aún tienes el plato medio lleno —me acusó mi madre.

Me quedé atónita.
Era él quien comía como un cerdo pero él era ejemplar. ¿Qué le pasaba?

—Tengo el plato medio vacío —corregí.

—Eres una persona pesimista —comentó Ben con la boca llena de comida.

Puse cara de repulsión y luego miré a mi madre.
¡Era increíble! Ella observaba alegremente cómo Ben comía.
¿Podía ser cierto?

Ben había repetido tres veces con la ensaladilla rusa. Yo tuve suficiente con una.

Una vez terminamos de comer, limpiamos la mesa.

—Usted cocina de maravilla. Es genial poder comer así de bien siempre. Su hija debe estar muy agradecida —decía Ben a mi madre.

Apreté mi mandíbula y mis puños. Mis sospechas fueron corroboradas. Ben quería hacerse el hijo ejemplar delante de mi madre para que yo quedase realmente mal a su lado.
Iba a golpearle dolorosamente cuando nos quedaramos a solas.

—Mi hija no me agradece nada —decía mi madre—. Es una hija muy maleducada, contestona, arrogante, vengativa... y yo ya no sé qué hacer con ella.

¿Enserio, mamá? Tal vez la culpa la tenga los golpes que me das cada día.

—No debería ser tan dura con su hija —escuché que dijo Ben. ¿Y ahora a qué jugaba?—. Si bien su hija es un desastre de niña —apreté mis puños—, también tiene su encanto —los apreté aún más—. Usted ve lo mal que se comporta normalmente y es cierto que hay veces que es irremediable, pero yo la he visto en otras ocasiones, y puedo decir con total seguridad que es una chica bastante agradable. Incluso la he visto defender a otros los cuales no podían por ellos mismos —explicaba Ben.

No lo entendía, ¿quería dejarme mal frente a mi madre, o quería dejarme bien?

—Bueno, eso es cierto. No todo el tiempo es negro. A veces es blanco y otras veces... gris. Pero muestra tan poco el hecho de ser una chica correcta, que lo único que puedo pensar es que no lo es —dijo ahora mi madre.

Mi madre nunca ha visto las cosas buenas que he hecho por ella y de eso estaba segura. No importa cuántas cosas buenas haya hecho; hago una mal, y ésa es la única cosa que se guarda en su memoria.

—Y ahí está el error —volvió a hablar Ben—, usted sólo de centra en las cosas malas que ha hecho. ¿Qué puedo decir de los adolescentes que no sepa? Yo también soy adolescente y estamos en tiempo de evolucionar. Conozco personas que fueron vándalos en la adolescencia y acabaron empresarios, como también conozco a personas que estaban destinadas a ser jefes de empresa y acabaron en las calles robando por un poco de estupefacientes. Lo que quiero decir no es que su hija vaya a convertirse en empresaria sólo porque ahora sea incorregible, sino que puede cambiar con el tiempo y créame, la decisión es sólo de ella, no suya. No importa cuántas veces le golpee o le grite, eso es innecesario. Creo incluso, que mientras menos lo haga, mejor llegará a ser su evolución —expresó Ben.

Me quedé boquiabierta. ¿Por qué me defendía ahora?

—Tal vez... tengas razón. Pero es que me cabreo rápido y a veces no sé cómo tomar la situación. Quiero ser una buena madre pero mi problema es que me ciego ante las situaciones. Mi madre me enseñó a ser una mujer ejemplar y eso lo aprendí a base de golpes. Esperaba a que mi hija aprendiese de la misma forma, pero tiene diecisiete años y no veo que aprenda —habló mi madre.

—Eso es porque cada persona aprende de una forma diferente. No porque usted haya aprendido a base de palos (y perdone la expresión), quiere decir que ella vaya a aprender del mismo modo. ¿Nunca ha pensado en tomar una nueva táctica? —preguntó Ben.

Vi a mi padre por el rabillo del ojo colocar una cinta.
No podía ser...
¡Era ese disco de música para fracasados!

Me levanté de la silla antes de que mi padre pudiera darle al play, pero recordé mi esguince y caí al suelo, resonando por toda la casa mi caída.

Escuché pasos acercarse a mi. La música empezó y mis lágrimas salieron a la intemperie.
No sé si lloraba por el dolor, o por la música, o por las dos cosas, pero aquel momento fue realmente desagradable.

—Esta niña... —decía mi madre.

Esperé con ansia el golpe en mi cabeza por parte de mi madre, pero me sorprendí al ver que nunca aparecía.
¿Habría conseguido Ben que mi madre nunca jamás me golpease?

—¿Cómo se te ocurrió levantarte de la silla en tu estado? —preguntó Ben mientras me tomaba en sus brazos.

¿¡Qué estaba haciendo!?

—La música de papá... —dije mientras me secaba las lágrimas y me tapaba los oídos.

—No es para tanto —comentó mi padre desilusionado.

Ben caminó hasta mi cuarto mientras escuchaba a mi madre pelear con mi padre ya que a ella tampoco le gustaba esa música.

Una vez ambos estuvimos en mi cuarto, le hablé a Ben.

—No te hagas el hijo perfecto ante mi madre. Dejalo ya —dije tajante.

Él suspiró.

—Así que crees que me hago el «hijo perfecto» delante de tu madre para que ella crea que lo soy, mientras que tu quedas mal a mi lado —pensó Ben.

Había dado en el clavo.

—¡Exacto! Mira qué bien lo sabes, ¡porque ese era tu plan desde el principio! —exclamé furiosa.

—Eso debe ser —musitó Ben y abrió la puerta de mi cuarto.

—¿Dónde vas? —pregunté.

—¿No crees que tu madre sospecharía si no salgo del cuarto en toda la noche? Diré que me voy a casa —contestó él.

—¿Y volverás? —pregunté, pero no obtuve respuesta.

Let's play『Ben Drowned』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora