Capítulo 27 - ¡Jay!

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¿Podíais comentar en mi anterior capítulo? Me dijeron que no podían.

Tuve que negarme a concretar esa cita. No podía hacerle esto a mi amiga. No podía decirle que Ben quería tener una cita con ella sólo porque quisiera vengarme de él. Si yo hacía eso y Ben no sentía nada por ella, probablemente Camille hubiese acabado con el corazón roto por mi culpa.

—Al menos has podido pensar con coherencia —me regañó Ben.

Le miré mal.

—¿A qué te refieres con eso? —suspiré— bueno, da igual, debo limpiar mi habitación antes de que mi madre llegue —recordé.

—Entonces me quedaré mirando cómo limpias —rió.

Le miré de soslayo.

—O ayudas o te vas —ordené.

—En ese caso, que te vaya bien —dijo y se marchó.

Tomé aire y lo expulsé.

Mientras limpiaba, recibí una llamada. Era mi madre.

—¿Qué quieres mamá? —pregunté con desgana.

—¿¡Cómo que qué quieres!? ¿qué modales son esos, niña? —replicó mi madre y tuve que separar el teléfono de mi oreja—. Escúchame bien. Jay va a quedarse una semana a vivir con nosotros porque sus padres estarán en un viaje de negocios —Oh, sí, los idiotas repijos de los Thomson...—. Cuando llegue quiero ver tu habitación inmaculada. Y te voy a advertir sobre algo, Ayleen: no molestes demasiado a Jay, y usa tus modales —y dicho esto, colgó.

Miré ceñuda la pantalla de mi móvil.
¿Modales? ¿dice que use mis modales? Eso era como pedir a un mudo que hablara. Ni siquiera sé qué son. Supongo que sólo debía hablarle bien y todo eso.
Suspiré.
Los idiotas de la familia Thomson siempre nos pedía cosas a nosotros porque nadie los quiere, y mis padres son lo suficientemente tontos como para seguir confiando en esa odiosa familia sólo porque tienen dinero.

...

Media hora más tarde, acabé de limpiar mi habitación —no estaba tan sucia, era simplemente que me daba pereza limpiar y tardaba bastante tiempo— y escuché las llaves encajar en la cerradura de mi puerta principal.
Ya habían llegado.

—¡Ayleen! ¡Baja a saludar a Jay! —ordenó mi madre, y empecé a bajar las escaleras.

Y ahí estaba el odioso de Jay, una vez más, después de tres años sin habernos visto. Supuse que actualmente tenía 16. Yo nunca quería visitar a la familia Thomson, el comportamiento de repipi adinerado me asqueaban hasta la saciedad.

Cuando puse mis ojos en Jay, pude ver que estaba algo más diferente, pero el rostro de niño no le había cambiado, nunca.
Luego miré a mi madre, quien me miraba con semblante de circunstancias si no hacía lo que me había pedido.
Volví de nuevo mi vista al chico adinerado y le tendí mi mano.

—Es un placer volver a verte —mentí.

—No tanto como el mío —tomó mi mano y la besó.

Pensé que la estrecharía.

Le sonreí obligada y caminé hasta el baño.
Busqué el alcohol y me limpie la mano.
No quería sus babas de niño mimado en mis preciadas manos.

Cuando salí del baño, mi madre me agarró de la muñeca y me llevó a un lugar apartado.

—Ayleen, por favor, quiero que te comportes —me dijo.

—Me has dicho eso antes. Tranquila, me comportaré. De todas formas, es sólo una semana —le tranquilicé.

—Sabes bien qué puede pasarte si escucho alguna queja de su parte —me avisó mientras empuñaba sus manos.

Let's play『Ben Drowned』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora