Había pasado mucho tiempo de ese recuerdo, alrededor de unos 100 años si no contaba mal pero… ¿Por qué mi mente lo traía a la vida en ese momento? Para mi pesar conocía la respuesta, porque eso era lo que él me había dicho antes de irme y para mi más grande sufrimiento era cierto, no lo podía negar y no lo quería aceptar, no quería hacer ninguna de las dos y mucho menos frente a él y que lo supiera, no dejaría que mi orgullo se viera sumido en destrucción en cuestión de segundo y mucho menos por él.
Tomando toda mi voluntad, la cual era casi nula al haber sentido sus manos apretarme contra su pecho mientras buscaba quitar la prenda y sus labios sobre mi blanco cuello, mis manos se movieron como nunca antes y lo terminaron empujando lejos de mi cuerpo mientras mis ojos pasaban de un azul platinado a un rojo brillante y los colmillos se alargaban, termine encorvándome como si fuera un animal que tenía a su presa en sus narices y no quería dejar ir.
-¿Qué crees que haces? –espete como si hubiese tenido veneno en vez de saliva en mi boca, lo miraba fijamente mientras admiraba su cara la cual había pasado del suave desconcierto a la ira. Esos ojos de color morado se volvieron rojos y sus colmillos del mismo largo que los míos.
-¿Por qué lo has hecho? –gruño con cierto brillo de locura junto con ira en su estado puro, sus ojos no me quitaron la vista de encima en ningún momento de igual forma estaban los míos.
-Protegerme de ti, bastardo, ¿O pensabas que caería como hace años? –apreté la mandíbula ante la idea que sabía que le había cruzado.
-Tu cambio fue grande… y si lo había pensado, además de que se veía que caerías. Nunca pensé que mi querida Angelique hiciera eso –sonrió de manera burlona, se escucho mi gruñido alto y claro el cual resonó en la habitación por la rabia que me causaba su confirmación.
No respondí ante su comentario pero mi acción si fue realizada y demostraba el estado en el cual me encontraba, esa acción por lo que se veía nunca fue esperada –no pude negar que me dio placer el notar eso-, lo agarre del cuello además de que lo lance contra la pared que tenia detrás como si fuera un simple muñeco de paja, uno al cual me gustaría destruir y separar en diferentes piezas y quemarlas a luz del sol.
-Vuelve a pensar antes de realizar tu acción o apenas abrir tu sucia boca como si siguiera siendo la Angelique que conocías y la cual hubiese cambiado su vida por la tuya –expulse las palabras de forma fría antes de salir por la puerta y dejarla abierta tras de mí, añoraba alejarme lo mas que pudiera de ese sucio lugar al cual había llamado hogar una vez pero ya nunca más.
¿Qué se creía el que era? La misma niña con la cual había jugado pues no, eso había cambiado y me había asegurado de que así fuera. Corría con una rapidez inmortal y superior a la de cualquier ser con vida. Mi existencia al igual que yo se había vuelto diferente y quería que siguiera así.
Cada calle de ese lugar lo conocía por lo que no importaba si corría con los ojos cerrados mis pies reconocerían al igual que mis sentidos. No quería volver a caer en su trampa como había hecho hoy, no me lo quería permitir pero aunque estuviera entre la negación y aceptación de que las palabras que me había dicho hace ya mucho tiempo atrás seguían siendo la más pura verdad, mi orgullo no lo permitiría. Las memorias quisieron hacer acto de presencia y por lo que sentía después de que una haya aparecido y mostrado su luz, otra quiso darse a conocer.
“Mira volar a tan hermosa mariposa –dijo de forma suave indicándome con su dedo una mariposa de un color azul medianoche y motas en color blanco y negro- me recuerda a ti, tan hermosa y frágil, tan dulce y suave, tan inocente y amable, tan diferente a cualquier vampiro que se haya creado y que no haya sucumbido a la frialdad de la sangre, mi pequeña”
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Perdidos
Vampir¿Perdida? No lo estaba. ¿Sola? Lo estaba. ¿Me buscaban? Pensé que nunca lo harían y mucho menos aquel ser que llego a abrir mis ojos. Angelique D'Fonte se encuentra en París, la tierra que la vio nacer, morir y revivir como lo que era, nunca pensó...