Capítulo 2 - Buenas Venidas

630 55 8
                                    

Caminó alrededor de la casa y admiró los macizos de flores recién plantadas de margaritas blancas y amarillas y otras flores de la temporada. Todo era tan hermoso que se detuvo por un momento para disfrutar de la naturaleza y el silencio. Ella disfrutaba de estar en la naturaleza. También le gustaba el olor de las flores y el ruido que la tierra hacía cuando caminaba. Decidió caminar a través de la zona para ver si encontraba el nuevo residente en alguna parte.

En ese momento se oyó el ruido de golpes de hacha procedentes de la dirección del bosque, lo que la hizo entrar en el bosque para averiguar lo que estaba pasando. Al entrar en el bosque, junto a un claro abierto, reconoció a Jorge, que estaba dividiendo la madera. A su lado había un gran montón de corte de madera, lo que indicaba que pensaba permanecer en la casa durante una larga temporada.

Silvia se detuvo a una distancia y observó. Jorge era mucho más hermoso en persona que en televisión.El cabello castaño oscuro y lleno parecían un poco enrojecido por el sol. Tenía fuertes brazos y el abdomen que sólo alguien que es un amante de los ejercicios podría tener. Mientras estaba cortando madera, el sudor le corría por la espalda, amplia y bronceada por el sol. Sin duda era un hombre bello y atractivo, que llamaba la atención de muchas mujeres.

De repente, Jorge dio la vuelta para poner dos troncos más de la madera en la pila. E inmediatamente se dio cuenta de que Silvia lo estaba mirando.

- ¿Quién demonios es usted? - Preguntó Jorge, sonando molesto.

Silvia tuvo que tragar saliva antes de que pudiera responder. Ese hombre impresionaba mucho más en persona que en televisión.

- Soy el cartero - dijo ella, sonriendo de la manera más entrañable posible. - Tengo una carta para ti.

Enseñó la carta para que él la cogiera y Jorge fue a su encuentro.

- Supongo que sabe quién soy.

- Por supuesto. Jorge Salinas. Tengo que leer los nombres para entregar el correo - Silvia dijo, sin dejar de sonreír.

Algunos rizos rebeldes habían escapado de la tapa que llevaba. Por lo tanto, ella aprovechó ese momento para meter ellos, sin saber qué hacer con las manos.

Jorge guardó la carta en el bolsillo sin interés de abrirla, actuando de una manera completamente diferente a los destinatarios habituales, que después de receber sus correspondencias abrían los sobres.

- Voy a instalar una caja de cerillas en frente del muelle - él dijo, rompiendo el silencio, sin dar las gracias. - Por lo tanto, no será necesario molestarme, le pido que la próxima vez la señorita ponga las cartas allí.

Silvia tomó una respiración profunda. ¿Como alguien tan hermoso podía ser tan arrogante? Pero ella no se dio por vencida tan fácil.

- No me importa entregar personalmente las cartas. Me gustaría ver si todo está bien o si necesita algo. Y puedo llevar el suministro, así como la correspondencia. Si quieres algo, házmelo saber ...

- No se necesita nada. - Él dijo, con un tono agresivo.

Entre las MontañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora