Capitulo 20 - Adiós

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Como una puñalada directa al corazón. Esas palabras habían golpeado más de lo que Jorge imaginaba. Él estaba acostado en el piso de la cabaña había un par de horas y las palabras aún continuaban haciendo eco en su cabeza. La mirada de desprecio de Silvia al decirlas aparecerian cada vez que cerraba los ojos. No era culpa de ella. Pero sentía remordimiento. Sabía que era culpable de todo lo que estaba sucediendo.


Silvia tenía razón. No era el hombre que ella necesitaba. Su vida era totalmente fuera de orden. Estaba confundido, estaba lejos de la vida real, no tenia un trabajo, su apartamento en la ciudad estaba abandonado. No podía y aún no quería que ella fuera parte de esta etapa de su vida. Hasta ahora sólo había traído sufrimiento en su vida y ella no merecía.Sin evitar, una lagrima cayó de su rostro. Como deseaba que las cosas hubieran sido diferentes. Silvia había sido algo bueno que llegara en la peor etapa de su vida. ¿Por qué? Simplemente no entendía.


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Silvia no quería haber dicho esas palabras, pero fue herida y lastimada demasiado. Quería que él sentira lo que ella sentía. Ella lo amaba, pero no era justo. Ella había dado su mejor a Jorge y él simplemente lo ignoró. ¿Qué era ella para él? Tal vez sólo alguien con quien quería pasar unas noches de sexo cuando la soledad llegaba a ser demasiado pesada.

Ella sabía cuánto había sido difícil ser tan fría y tan agresiva con él. Cada momento después de que él la encontró en el bosque quería besarlo y estar en sus brazos. Pero el orgullo habló más fuerte. No podía seguir dando todo a alguien que no quería su amor. Jorge había dibujado lo mejor y lo peor de ella. Mientras que el médico la revisaba solo podía pensar en cuánto tardaría para olvidarlo.


-Silvia. ¿Silvia? – El doctor habló, haciendo su vuelta a la realidad. ¿-Estás bien? Sientes algún dolor además de la cabeza y rodilla?


Lo siento, pero tus analgésicos no le pueden facilitar, pensó. -Anh, todo. Estoy cansada. No. Solo en la rodilla y en la cabeza.


-Cierto. Quiero que va a enfermería para que puedan cerrar ese corte. En las rodillas no han lesiones expuestas, pero duelen porque caíste con todo su peso sobre ellos. También voy a recetar algunos medicamentos para el dolor y para dormir. Fueron momentos difíciles.


Juan llamó a la puerta de lo consultorio médico.


- Hola doctor. ¿Cómo está esta joven? ¿Podemos llevarla a su casa? – Preguntó mientras miraba sonriendo a Silvia.


-Sí. Pero antes es necesario llevarla a enfermería. Ella necesita algunos puntos en ese corte.


-Puede dejar. ¿Vamos? – Dijo, acercándose a poner a Silvia en sus brazos.


-Juan, no tienes que. Puedo caminar. – Dijo avergonzada.


-No realmente. Todavía necesitas atención. No insista. -Respondió, mientras la ponía en sus brazos.


-Bien. No voy a insistir. ¿Pero podemos ir? Quiero ir a casa. – Respondió.


-Cierto princesa. ¡Gracias doctor! – Dijo, mientras saía con ella por la puerta de lo consultorio.


Cuando llegó a casa, lo primero que hizo fue tomar un baño. Entonces tomó la medicina que el médico había prescrito y trató de dormir. Tenía que dormir. Necesitaba olvidar.Cuando se despertó era ya noche. Tenía hambre. El dolor de rodilla había disminuido y podía caminar aunque era necesario un poco de esfuerzo. Decidió ir a la cocina para conseguir algo para comer. Al pasar a través de la sala, vio que Juan dormía en el sofá.


Entre las MontañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora