Capítulo 10 - El Regreso

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Íbamos a tocar la puerta de la casa de Katlyn, pero...

-Hola chicos, pasen de prisa, estamos en peligro. Dijo rápidamente Katlyn.

Isabel y yo entramos rápidamente a la casa y Katlyn nos hizo el ademán de que la siguiéramos por un extenso pasillo de su casa que nos hizo llegar al final de éste, donde se encontraba una puerta amplia de madera, donde había una frase tallada en todo su alrededor, al parecer era latín, yo no sé qué ganas tenían los brujos al hacer oficial su lengua el latín, me costó aprenderlo en la escuela, pero lo poco que se me grabó me ha ayudado a descifrar todo esto que me he encontrado.

''Quien quiera entrar por esta puerta
debe tener puro el corazón
no tendrá en su alma ninguna grieta,
Y toda decisión será con el uso de la razón''.

Katlyn abrió la puerta y una gran luz nos dejó casi ciegos, hasta que poco a poco nuestro ojos empezaron a ver cada vez mejor lo que había dentro. Era una gran montaña nevada al fondo y no muy lejos de la gran planicie, una gran mansión, conforme fuimos avanzando se empezaba a notar los árboles que nos iban envolviendo por el ancho camino por el que estábamos, el cuál me di cuenta por el crujir de los tenis, estaba recubierto por una ligera capa de grava, que hacía que se mirara muy bello.
Pero en eso Katlyn me sacó de mis pensamientos.

-Verán,  así como tu espejo, mi recámara está hechizada para escapar y estar seguros, como vieron fui yo quien abrió la puerta, si hubiera sido alguno de ustedes, la puerta haya sido la de una recámara más, pero aún así, si hubiera maldad o algún pacto con el amo de las tinieblas, ustedes jamás hubieran podido entrar incluso a la misma recámara.

-Esto si que es complicado. Dijo Isabel. Aunque se le miraba en sus ojos cierta admiración por esto tan lleno de misterio.

-Pero ¿por qué nos traes aquí? Dije extrañado.

-Cada que alguien entra a estos pequeñas pausas entre el tiempo y el espacio, dejas de existir en el mundo terrestre para entrar a este extracto de un mundo ajeno a nuestro universo. Explicó Katlyn.

-O sea que, ¿nadie detecta nuestra aura en el mundo en el que vivimos en este preciso momento? Preguntó Isabel admirada.

-Exacto Isabel. Bueno, el hecho de que los haya traído aquí es que anoche desaparecieron las cinco chicas, y no fue por un simple secuestro, de esos que están muy comunes últimamente. Esa bruja sin corazón las raptó para hacer su sacrificio, una chica por cada integrante de su círculo, pobres chicas, podemos salvarlas, necesitan de la luna nueva, como es negra, es apta para ellas, quieren aumenrar su poder para empezar su ataque contra ti. Así que te traje aquí para que no te encuentren tan fácil ahora que cssi no tienes poderes, y aparte de que estás solo. Necesitamos invocar a tus aliadas, Perséfone, Megara y Samantha. Ellas te ayudarán. Ellas forman tu círculo.

-Pero ¿cómo las invocaré? Ya leí varias veces mi libreta de anotaciones y no encontré nada relacionado. Dije sin más.

-Para eso estoy yo querido Terence para ayudarte. Añadió Katlyn.

-Ellas no podrán escuchar el llamado desde aquí, tendremos que salir al bosque, donde está la roca hechizada, donde se encuentra tu diario. Pero si salimos nos encontrará, si pero al menos ya no estarás tan desprotegido.

-Eso espero, no creo que tarden tanto para llegar o ¿si?

-Para nada, bueno eso creo. Dijo ella.

-Vayamos pues. Dijo Isabel.

Salimos rápidamente de la recámara y Katlyn la cerró, fuimos al jardín y al llegar a la puerta ella se detuvo.

-¿Qué sucede Katlyn? Le pregunté.

-Nosotros no podemos entrar así por nada. Necesitas entrar primero tú e invitarnos a acceder. Explicó ella.

-Qué complicado es esto. Dije molesto.

-Pero es muy importante que cada quién dé o no permiso de acceder a su vida. Dijo Katlyn.

-Rápido pasen, antes de que algo más suceda. Dije presuroso.

Ellas cruzaron la puerta y comenzamos a avanzar por la larga vereda angosta, hasta que llegamos al claro y ahí estaba la roca. Esperando que las gemas fueran depositadas en cada una de sus cavidades.

-Quítate la gema, eso hace que tu aura brille más y que pueda ser visible para Susane Warwick o Madame Lennin como se hace llamar la descorazonada. Dijo Katlyn.

-Listo, ¿ahora qué es lo que necesito hacer? Pregunté.

-Tómalo con tu mano derecha y repite tres veces la siguiente invocación:

Por el poder de los siete arcángeles,
las invoco a ustedes por medio de todas las cortes celestiales,
aliadas acudan pronto a este llamado,
las necesito aquí a mi lado.

Tomé mi gema en mi mano, y mientras la agitaba en contra del sentido de las manecillas del reloj repetí todas y cada una de las palabras que Katlyn mencionó.

Una ligera onda sonora se escuchó y un rayo de luz roja, verde y blanca salieron disparadas a tres diferentes puntos cardinales. Estuvimos a la espera de alguna señal pero pasaban los minutos y no podíamos ver algo. Al paso de unas cuántas horas un zumbido nos alertó y volteamos a cada uno de los puntos a los que cada rayo de luz se había ido.
De repente tres siluetas aparecieron, una roja, otra verde y otra blanca, dejaron poco a poco de brillar y de entre ellas las personas fueron apareciendo.

-Bienvenidas chicas, como saben han sido llamadas para formar nuevamente su círculo ahora que Terence ha regresado, les digo desde este momento, estamos en peligro, ya cinco chicas han sido privadas de su libertad por quién ustedes saben, la desgraciada Susane Warwick, para un sacrificio, su aquelarre será en unos quince días aproximadamente, la luna nueva está por llegar, pero para nos queda una noche aún de luz con la luna llena, para rehacer el círculo.

-Hola, sé que quizás no me parezco al Terence de hace tiempo, pero las he llamado, porque necesito de ustedes, apenas voy aprendiendo de esto, aún tengo muchas dudas, pero poco a poco se van resolviendo. Otra cosa, ¿cada una trae consigo su gema? Dije preocupado.

-Sí, de hecho, sin ellas no hubiéramos podido recibir tu llamado. Contestó Perséfone.

-No cambiaste mucho Terence, aunque si te reconocí por tu aura, es muy débil, supongo que no tienes tu diario contigo ¿verdad? Preguntó Samantha.

-Lo que dijiste es cierto, no tengo mi diario, hace poco que recuperé mi gema, pero necesito de ustedes para poder tener en mis manos mi tan mencionado diario.

-Para luego es tarde. Aclaró Megara.

Entonces me dirige hacia la gran roca y deposité mi gema azul, la cuál empezó a brillar intensamente, al ver eso, ellas colocaron su gema en cada una de sus correspondientes insignias.

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