Capítulo 3 - La búsqueda

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Al querer observarlo detenidamente un papel muy bien doblado cayó sobre nuestros pies.
Isabel lo tomó y leyó una dirección con un nombre.

-Katlyn Michelle. Calle Rosevelt #1268.

-Esa dirección queda demasiado lejos de las orillas de la ciudad. ¿Vamos? Dije con un poco de temor y curiosidad a la vez.

-¿Pero quién es ella? Dijo extrañada.

-Sólo lo sabremos si vamos ahí.

Nos dirigimos hacia la dirección.

***

Al llegar mi cuerpo se estremeció, era una construcción demasiado antigua, daba miedo con sólo verla.
Llamamos a la puerta, pero nadie abría.
Después de unos minutos...

-¿En qué puedo ayudarles? Dijo una persona ya de edad avanzada.

-Buscamos a Katlyn Michelle. Dije un poco temeroso.

-¡Por Dios! Por poco y no te reconozco. Eres Terence ¿no? Dijo la anciana.

-Sí, ese soy yo. Dije impactado. La ciudad era demasiado grande para que esa mujer me reconociera.

Isabel y yo coincidimos con la mirada. Estábamos demasiado sorprendidos.

-¿No van a pasar? Dijo Katlyn.

Esa pregunta nos hizo volver a la realidad.

-Sí, en seguida. Contestamos ambos.

Pasamos a esa casa, era aún más tenebrosa por dentro, las cosas eran de hace siglos. Katlyn nos invitó a pasar a su recibidor.

-Eres tan joven aún Terence. Jamás pensé que tardaras tanto en venir. Te he estado esperando desde hace tiempo. Dijo Katlyn.

-¿Es en serio? Dije más asustado aún.

-¿Cómo lo sabía? Dijo Isabel.

-Verán, Terence, eres un alma antiquísima. Reencarnaste en esta época, te tardaste mucho en reencarnar porque tu alma tenía que purificarse. Dijo Katlyn.

-Reencarnar, ¿yo? Y ¿quién fui en mi vida pasada? Dije un tanto extrañado y ansioso.
Y es que necesitaba saberlo, ya tantas cosas que me habían pasado me asustaban cada vez más, quería respuestas y las quería rápido. La intriga me carcomía. Necesitaba callar esa voz que me repetía esa necia pregunta hecha por Isabel hace días.

-Entonces, ¿usted ya lo conocía? Dijo Isabel.

-Sí, Terence y yo somos amigos desde la juventud, tu primera juventud, ahora estás en otro cuerpo, pero pude ver tu aura y supe que eras tú. Dijo ella.

-Pero, ¿cómo fue que morí? Y ¿por qué reencarné? La verdad necesitaba saberlo.

-Verán, tu viviste tu primer vida aquí en Europa, eras un gran brujo y...

-Espere, espere. Interrumpí. ¿Acaso dijo brujo? Dije impactadísimo.

-Brujo, ¿él? Dijo Isabel muy asombrada.

-Sí, él es un brujo. Pero en la Edad Media como bien sabes, demasiada gente fue quemada en la hoguera, tanto inocentes y otros pocos como tú, la única diferencia es que los inocentes no reencarnaron, solo lo hacen quienes poseen algunos dones.

-Disculpe. Volví a interrumpir. ¿Me podría decir que dones?

-Ok, creo que la verdad no sabes nada aún. Me dijo decepcionada.
Ella me empezó a explicar que en el mundo habemos personas que nacimos con un don, algunos son brujos de nacimiento, otros son clarividentes, adivinos y otros sólo son personas normales.
Al parecer dice que soy un brujo y quizás le crea, por todo lo que había soñado anteriormente.

-Es algo excepcional. Me encantan estos temas. Dijo Isabel demasiado alegre.

-Mire, debo contarle algo que estuve soñando desde hace días. Dije angustiado ante tal noticia.

-Sí, quizás yo pueda ayudarte.

Empecé a narrar todo, y al parecer ella no estaba tan asombrada como nosotros. Pues al parecer ella ya sabía todo o al menos una gran parte.

-Mira las personas alrededor del fuego son tus aliados que no pudieron salvarte ese día de tu condena.
El collar con la gema, es una de tus fuentes de poder, cada brujo tiene su gema donde proviene su fuerza, sin tu gema no puedes hacer gran cosa, mas que hechizos pequeños.
El libro que soñaste es el diario que todo brujo tiene. Pero sólo tu sabes dónde están escondidos.

-Disculpe. ¿Usted también es bruja? Ahora interrumpió Isabel.

-No cómo crees muchacha. Dijo Katlyn.

-¿Entonces cómo sabe tanto? Dije curioso.

-Aparte de que fuimos grandes amigos, tengo el don de la clarividencia. Puedo saber muchas cosas que pasarán, mas a parte al tocar a las personas puedo ver su pasado, presente y futuro.

-Pero si somos almas antiguas ¿cómo es que usted no ha muerto desde entonces? Dije.

-Verás, tu no podías darme una eterna juventud, mucho menos una vida eterna. Así que hiciste que mi reloj biológico pasara lentamente, hechizaste mi casa para aquellos que logren verme me vean siempre con diferente aspecto, así las personas siempre verán a través del cristal a una persona distinta, como no salgo y la gente que me ha visto muere con el tiempo, el saber de mi existencia se ha perdido. Así que he vivido oculta en esta mansión y en mi gran jardín.

-¿Dijo jardín? Ambos interrumpimos.

-Sí, vengan no nos tardaremos.

Fuimos recorriendo la antigua mansión, por un largo pasillo con demasiadas puertas y escaleras. Hasta que llegamos a una gran puerta llena de vitrales.
Al salir nos dimos cuenta de que ese jardín parecía una selva, porque era una gran extensión con demasiadas plantas que jamás había visto, muchos árboles alrededor.
Era la única mansión con un gigantesco jardín ya que todas las construcciones de alrededor sólo eran edificios.
Estuvimos caminando un gran tiempo hasta que llegamos a un gran muro con una puerta, al parecer el jardín seguía aún más pero al parecer ahora se mezclaba con un bosque ya que el jardín parecía llegar al pie de las montañas, pues era de esperarse ya que la mansión estaba a las afueras de la ciudad.

-Hasta aquí muchachos, Isabel creo que tú no podrás entrar en un buen tiempo, y tú Terence aún no estás preparado para entrar. De hecho yo nunca he entrado. Dijo Katlyn.

-Está bien señora. Dijo Isabel.

La verdad eso me llenaba de misterio. Este día era demasiado para mí, lleno de noticias que desconocía.

-Creo que es hora de irnos. Dije apresurado.

-Mira Terence, yo sé que no me conoces y que todo esto es muy extraño para ti. Pero si quieres que te ayude a recordar tu vida pasada y empezar a practicar tus hechizos, puedes venir a visitarme, igual tú Isabel, estás invitada.

-Muchas gracias Katlyn. Lo consideraré. Dije agradecido.

-Salúdame a tu hermana Becka por favor.

-¿La conoce? Dije exageradamente lleno de intriga.

-Sí, sé mucho más de ella que tú. Ella es de los nuestros.

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