Prefacio

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Sus ojos buscaban los míos, a la par que intentaban esconderse; puede que por la vergüenza que sentía al saber que todos me habían descubierto, o el hecho de que yo le descubriera a él. 

Sabía que aquello era real, que yo y mis pensamientos habíamos quedado al desnudo, pero mi cuerpo no lo asimilaba. Era incapaz de reaccionar ante ese bombardeo emocional que me arrollaba y del que sentía ser incapaz de escapar. Las pulsaciones subían, la respiración era agitada y entrecortada y el oxígeno dejaba de llegar; me ahogaba, había dejado de respirar.


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CAÍDA LIBRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora