CAÍDA LIBRE ©

Érase una vez... tú y yo

Evan

Me había costado controlar la erección que me presionaba la bragueta. Siempre me hervía la sangre cuando estaba con él, salvo esta vez, que había sido por mensaje de texto.

Bebí en casa de Jake antes de salir; ese estado de embriaguez me permitía aflojar un poco el nudo, sentirme un poco más libre y con la autoridad de hacer lo que me apetecía. Y me apetecía él. Ese lado primitivo y caprichoso de nuestra naturaleza me pedía verle. Y lo había preparado todo para que así fuera.

Aquellos mensajes sujerentes y llenos de dobles intenciones hicieron que las ganas se desbordaran, y aún la noche no había empezado. Le pedí que nos viéramos en el baño al cabo de una hora, en la intimidad de los cubículos. Quería que acabara lo que dejó a medias la noche anterior, volver a sentir su mano en mi polla.

Entonces lo vi llegar junto a aquel tío.

Conocía a Derek Laurence de vista. Había estado estudiando en el St. Nicholas hasta el curso pasado, no lo había visto de nuevo hasta esta noche. No sabía a dónde o cuando se había marchado, y tampoco me importaba. Al principio.

- ¿Ha vuelto Laurence? - la voz rasposa de Jake me sacó del trance. Estaba a mi lado, pero hice como si aquello no fuera conmigo, evitando hablar a toda costa.

- Ni idea - respondí con sinceridad - parece que sí.

- Julia dice que salía con un tío antes del verano. ¿Será ese?

- ¿¡El marica de clase?! - tanto Jake como Harry miraban a Will.

- Seguro que la muy puta se las traga suplicando - soltó Harry tras dar una calada al porro.

- Putos enfermos.

Escuchar cómo hablaban hizo que no pudiera contenerme.

- ¿Qué mierda importará si son maricas? - salté. Solo decir la palabra "marica" ya me quemaba la piel. Pero no podía arriesgarme. Hablar como ellos me mantendría en un perfil bajo.

Sin embargo, Jake me miró desafiante, con frialdad. Notaba como cada músculo de su mandíbula se tensaba bajo la piel.

Jay siempre tenía la maldita necesidad de opinar sobre todo y todos. Odiaba con facilidad y vivía pretendiendo que su forma de ver el mundo fuese la única legítima. Así que, si le contrariabas, estabas en su punto de mira.

- Nosotros... - debía suavizar el tono  - tenemos cosas más importantes entre manos - dije al ver que se acercaban las chicas.

Instintivamente, Jake se relajó y enfocó toda su atención en Gwen, una de las chicas que había invitado expresamente. Aunque lo que pretendía era conseguir un grupo. Si Gwen iba, el resto iría detrás. Fácil.

Yo también había hecho algo parecido aquella noche... con Will.

Lo que me pilló por sorpresa y me desarmó fue ver a Victoria entre ellas.

- Hola - saludó con una sonrisa radiante. La observé rápidamente, para contemplar lo diferente que se veía. Nunca la había visto tan atractiva como aquella noche. 

- Estás... muy guapa - adimití impresionado.

- Gracias. Hacía semanas que no sabía de ti. ¿Qué tal?

Me excusé en los examenes y los entrenamientos. Ya ni me acordaba de la última vez que hablé con ella. Antes nos mandábamos mensajes a todas horas. Pero no se cómo ni por qué, dejé de hacerlo. Primero los mensajes dejaron de ser continuos, podía estar un día entero sin contestar, y luego escribir por el mero hecho de contestar.