Érase una vez... Rubiales

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Will

Pasaron las primeras dos horas en las que venían los profesores a presentarse y hablar de su asignatura. Yo solo deseaba que llegara el descanso y poder hablar con Charlie sobre lo ocurrido, y por fin sonó el timbre que lo anunciaba.

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Cafetería Sur del St. Nicholas, 11:24 AM

Yo pedí un Té para llevar y un croissant, Maya solo una Coca-Cola Light.; le había estado contando lo que me había ocurrido con aquel chico de detrás, estaba realmente avergonzado, mi llegada a este sitio no podía ir mejor.

Después de nuestra conversación, sin esperarlo, un par de chicas de clase se sentaron con nosotros en la mesa como si nos conocieran de toda la vida:

-Hola... - dijo la chica de cabello castaño y una despampanante delantera.

- ¿Qué hay...? - le siguió la chica con aparato dental y una deslumbrante cabellera rubia.

C. y yo nos miramos como si alguno de los dos las conociera: "¿quiénes son estas?"

-Siento si hemos sido muy directas – dijo la morena – yo me llamo Erika Davis; y ella es Jessica.

Esa tal Jessica paró de teclear en su Smartphone y nos dedicó una sonrisa:

- ¿No sabéis cuántos nuevos habéis entrado este año verdad? - preguntó.

-No.... ¿por qué lo dices? - pregunté interesado.

-Un total de diecisiete, es un nuevo récord en el St. Nicholas, la mitad de la clase es nueva, por lo que debemos aprovechar la llegada de carne fresca – dijo Jessica con cara de depredadora.

Sinceramente, las ocurrencias de aquella chica me hacían dudar de si debía o no seguir con la conversación, pero parecía que a Charlie le gustaba su aire desenfadado, y opté por seguir conociéndolas un poquito más.

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Tras media hora de conversaciones sin sustancia: vacaciones, instituto del que procedíamos, y un par de tonterías más, se acabó el descanso.

Mi primera impresión sobre Erika no era del todo buena; había captado cierto egocentrismo; siempre que hablábamos sobre algún tema, ella se lo llevaba a su terreno y comenzaba a hablar de ella misma. ¿Y a mí que me importa la cantidad de dinero que tenía su familia? Diagnóstico: Egocentrismo agudo con brotes de patetismo crónico.

Sin embargo, Jessica era diferente, muy diferente. Era más natural, y se centraba más en saber de nosotros, incluso nos propuso quedar para tomar algo después de clase. No me desagradaba la idea, pero si Erika seguía así me buscaría cualquier excusa para irme.

Dejé mis análisis de personalidad en el aire y entré por la puerta de la clase:

-Chicos es la hora, dejad vuestras cosas y venid hasta mi para asignaros en un grupo – dijo Jim con una contagiosa sonrisa.

-Puede que esto no esté tan mal – le susurré a Charlie con entusiasmo.

-Seguro...y luego pintaremos con los dedos, como los críos – aseguró ella con una sonrisa maliciosa.

Me había tocado el grupo rojo; por suerte Jessica también estaba en él y me puse a su lado:

-Estoy un poco nervioso – le dije.

-Te acostumbrarás, yo llevo haciendo este jueguecito toda la vida – dijo pasándome su calma y tranquilidad.

- ¿Llevas aquí desde pequeña? - pregunté asombrado - ¿no se supone que esto es un instituto? - dije algo confuso.

CAÍDA LIBRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora