Érase una vez... estallando la burbuja

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-¿¡Qué!? - cogió su teléfono móvil y de la oscuridad surgió una luz cegadora. Me apuntaba con el modo linterna de manera acusatoria - ¿¡cuándo!?

Me cubrí con las sábanas para evitar la luz y su mirada - el Viernes, dos veces.

Encendió la luz de mi habitación y arrojó las sábanas hacia atrás, dejándome expuesto.

- Y esta tarde, después de comer juntos en su casa - confesé temeroso ante su expresión de enfado.

-¡Tú! - sentenció aporreándome con la almohada - ¡Zorra mala! ¡Te lo has callado todo este tiempo!

En una milésima de segundo dejó de darme con la almohada para colocarla a mi lado, lanzarse sobre ella y acostarse muy pegada a mi costado.

- ¡Detalles! ¡Ahora! - sus cambios de estado eran pura magia Piscis.

Le empecé a contar toda la historia. Como me había estado viendo con él a la salida de clase en el Boston Public Garden casi todos los días durante el último mes. Como de ser un chico simpático con el que hablar la noche de la competición nos besamos en aquel viejo banco junto al lago. Esas horas metidos en nuestra propia burbuja tras colarnos en el instituto. La piscina, nadar para mi... (decidí omitir el hecho de que bailé ante él, ya era muy heavy todo).

Al acabar se abalanzó sobre mi cuello.

- ¡Willy! ¡Pequeña zorrilla! ¡Tu primer rollo y encima con uno de esos pijos sexis! Estoy muy orgullosa. Te perdono todos los desplantes porque la situación lo requería. Me alegro tanto.

- Me estás agobiando - dije quitándomela de encima - No es para tanto, es un chico que me gusta.

- ¿Qué no es para tanto?¿Tú? - hizo una pausa levantando la ceja - Will, con lo especialito que eres al hablar de sexo o cualquier cosa que tenga que ver con ello creí que serías virgen hasta los veinticinco. Y no estoy exagerando.

"Zorra"

- Aún soy virgen Charlie - le recordé entrecerrando los ojos.

- ¿No quieres hacerlo con él?

- Sí, claro.

- ¿Y a qué esperas?

- A que no me sienta forzado a hacerlo, por ejemplo - dije para que dejara el tema - y no voy a hacerlo con su hermana pequeña en el salón, la boca llena de restos de comida china y encima de su escritorio. No me gusta.

- ¿Te lo propuso? - preguntó atónita.

- Sí, pero no pasó nada.

- Obviamente - dijo sacando un cigarrillo de su pitillera.

- ¿Y ese tono? - pregunté molesto por esa manía suya de hacerme sentir predecible.

- Tienes que relajarte Will, dejar que las cosas pasen cuando llegue el momento. No lo fuerces. No esperes esas mierdas de las películas, el romanticismo tóxico y toda esa mierda comercial. La vida es diferente. Mucho.

- ¿Por qué siempre tienes que ser tan aguafiestas? Ser romático no tiene nada de malo.

- Acabas esperando cosas de los demás, y ahí llega la decepción.

Sus palabras me hiceron recordar aquel momento en casa de Evan, su frialdad, el cambio de actitud ante su padre.  Lo primero en lo que pensé al salir de allí fue compararlo con lo que yo hubiese hecho en su lugar.

- Disfruta del momento, sin esperar nada de él Willy. No te lo digo para hacerte sentir mal. Lo único que quiero es que tengas cuidado. ¿El rubiales es abiertamente gay?

CAÍDA LIBRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora