CAPÍTULO XXII

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Dos semanas después de aquella cena romántica y noche de placer, se reunieron en un café. La tarde estaba nublada, fría y gris. Samantha lo miró apagando el cigarrillo en el cenicero. Logan sostenía un sobre madera en sus manos.

—¿Tienes la información? —preguntó. Acto seguido, tomó café.

—Toda la que había en el sistema, no la he leído pero al parecer es grave —contestó él, serio.

Agarró el sobre y lo abrió cuidadosamente. De su interior extrajo los pesados documentos impresos, y ojeó uno por uno, con los ojos y la boca bien abiertos. No podía creer lo que leía:

5 de mayo de 1986: detenido por robo de 2 autos, tres motos y una tienda de comestibles..

3 de octubre de 1986: detenido por actos de vandalismo y posesión de estupefacientes.

2 de enero de 1987: condenado a veinte años por homicidio y ocho por trata de personas. Libertad condicional diez años después por buen comportamiento.

Según sus cálculos, salió en libertad un año antes de su nacimiento, por lo que ¡cabía la posibilidad de que no fuera su hija! Decidida, guardó el papeleo de vuelta en el sobre, terminó su café de un trago y le pidió, sin dudar:

—Llévame a un hospital, quiero confirmar algo.

Parker pagó los cafés, y sin pensarlo dos veces la subió a su auto. Su corazón le latía fuertemente, y sus manos sudaban. Desde los catorce años tenía el presentimiento de que no era hija de Michael. Empezó a sentir el frío soplo de la preocupación. Tras haberse enterado de sus antecedentes penales, que lo liberaron un año antes de su nacimiento, haber visto a su madre sangrar por su vagina, y que ella le había pedido pasar tiempo fuera de su casa ¡era más que obvio!¡Su ilegalidad era Cassandra! 

Quince minutos atascadas en el tráfico, y llegaron al hospital. Inmediatamente bajaron, pero la sala de espera para la bioquímica era inmensa. Pero estaba dispuesta a esperar el tiempo que fuera necesario con tal de saber la verdad. 

Una eterna hora transcurrió hasta que escuchó su llamado. Ambos entraron, nerviosos, y tomaron asiento frente a la doctora.

—¿Qué desean saber? —les preguntó la mujer.

—Un test de paternidad —contestó Samantha, decidida.

—Abre la boca —Samantha la abrió, y la mujer extrajo una muestra de saliva—. ¿Cuál es tu nombre?

—Samantha McField.

—En cuanto obtenga resultados, los compararé en la base de datos. Anota tu número telefónico y te llamaré.

—Muchas gracias.

Se fueron, no sin antes pagar la consulta. El hambre se le pasó al instante, y las ganas de que sonara su teléfono acrecentaban cada minuto. Era domingo, por lo que ese día no le tocaba trabajar, y Logan podría pasarlo con ella. La llevó a un parque, y por más que ella no sentía hambre, aceptó su invitación a comer. Ambos se veían nerviosos.

¿Dónde iría Samantha si Michael no era su padre?

¿Cassandra y ella se quedarían en la calle? 

¿Tendría que entrar también al negocio para conseguir un lugar en el que quedarse?

El solo pensar eso le aterraba, le hacía temblar hasta los tuétanos. De ser así, no podría continuar su relación Logan Parker.

 En sus intentos por distraerla, la llevó a comprarse ropa, a tomar más café, y a patinar en hielo. Los agradables ratos que pasaba con él la hacían olvidarse del resultado que estaba esperando. Besos, caminatas de las manos, y bromas fueron sus ayudantes. 

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora