CAPÍTULO XXIII

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Con la preocupación mordiéndole la nuca, Logan no se sintió con ánimos de enseñar un tema nuevo. Repartió un trabajo, y salió del curso. Caminó hasta el patio, y marcó el teléfono de Samantha. No le había escrito la noche anterior para contarle cómo fue el resultado, y estuvieron haciendo el amor casi todos los días.

La amaba, de eso podía estar seguro, y estaría con ella cada vez que lo necesitara...

La contestadora atendió su llamada, y aumentó la preocupación en él. Intentó tres veces más, y obtuvo el mismo resultado. Volvió hasta el curso, y se sentó con los codos sobre la mesa y sus manos sobre su frente. No dejaba de pensar en lo qué podría haber sucedido. Si alguien le hacía daño a su amada, las pagaría muy caro.

***

Phill Hillson recibió una llamada en su celular. Inmediatamente supo que se trataba de Cassandra. Contestó, preocupado, ya que un mal presentimiento lo invadía desde temprano.

—Hola, Cassie, ¿todo en orden?

—No, Phill, por favor ven rápido al Hospital Fundación Favaloro —su tono de voz era trémulo, y preocupante.

—Voy para allá.

Inmediatamente se puso su saco grueso y subió a su auto. Lo había rechazado, pero aún así iría a verla. Una voz le susurró a su oído que se trataba de Samantha. A la velocidad máxima que la ley le permitía, manejó hasta el hospital. Sentía que ella lo necesitaba.

Y en verdad, Samantha necesitaba a Phill...

Llegó al hospital, y después de reportarse como el tío de Samantha, la enfermera lo dejó pasar. La chica estaba dormida, con un vendaje en la parte trasera de su cabeza, y en su índice derecho tenía un sensor de latidos. Miró a Cassie, quien estaba sentada a un lado de la camilla, con una mueca de preocupación. Ella devolvió la mirada, con los ojos aguados. Era su culpa de que su hija estuviese en ese estado, toda suya.

El hombre le limpió las lágrimas, tomó su mano, y le empezó a hablar. Su tono de voz era tranquila, pero al mismo tiempo, preocupante.

—¿Qué fue lo que le pasó?

—Cayó de la escalera...—mintió. Phill la conocía bien, sabía cuando ella mentía. Además de que notó, en los brazos de su... estudiante algunas magulladuras a punto de irse.

—No creo que se haya caído... Si amas a tu hija, dime la verdad, Cassandra —la miró serio. A la mujer no le quedó otra que decir la verdad, porque quería lo mejor para su hija.

—Fue Michael —suspiró, pesada y rendida—. Samantha llegó con sus antecedentes penales, y un estudio bioquímico en el que decía que... Que él no es su papá. Estaba a punto de irse, y le pegó con una maceta...

—¿Por qué expusiste a tu hija a la violencia desde pequeña? —preguntó, enojado.

—¡No tenía elección, Michael quería asaltarme y me apuntó al vientre! —respondió, molesta.

—¿Por qué tú también estas golpeada? —indagó, al ver una gran magulladura en su pierna—. ¿Acaso te obligaba a ser su prostituta durante el día? —a su ex novia, no le quedó más remedio que aceptar con la cabeza. Ya estaba cansada de todo eso—. Ni creas que me quedaré de brazos cruzados, es un asunto muy serio, y tu hija pudo haber salido peor.

Sin decir más salió del hospital. Subió a su auto, aún más preocupado que antes. Si Michael no era su papá, ¿quién podría serlo? Se miró en el espejo retrovisor de su auto, suspiró, y se dio cuenta que no se parecían en nada. Pero después... después pensó en su madre...

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora