CAPÍTULO XXVI

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Samantha estaba en el jurado, vestida formalmente. Ya que había despertado del coma, pudo darse inicio a los respectivos juicios. A Michael se lo acusaba de narcotráfico, trata de personas y violencia infantil y a la mujer. Escuchó cada palabra que ese hombre decía, y mientras más hablaba, más se hundía. Por primera vez en sus diecisiete años no lo veía ni ebrio ni drogado, pero eso no quitaba el hecho de que fuera la persona más despreciable de todas. 

Fue llamada al estrado, donde empezó a contar todas y cada una de las barbaridades que recordaba.

—Desde que tengo memoria, Plant no hace otra cosa que beber, y en ocasiones consumir drogas. Era por esa razón que me violentaba a mí y a mi mamá. Trabajo desde los quince, pero antes de eso estaba todo el día fuera de casa, por lo que jamás noté que los clientes diurnos le entregaban dinero a él.

"De vez en cuando conseguía trabajo, pero los perdía al mes o incluso antes por faltar o por ir ebrio. Siempre dudé de él, y de sus amigos millonarios que iban a casa. Solían llevar prostitutas con ellos, y beber champagne"

—¿Entonces admite no saber de los sucios negocios en los que se encontraba el hombre? —preguntó el juez.

—Por supuesto señor.

Después de una larga deliberación, el juez dictó su sentencia: veinte años por los delitos de narcotráfico, trata de blancas y violencia. Además de eso, se indemnizó a Cassandra y Samantha por haber ganado el juicio, ya que ambas lo denunciaron por las mismas razones. Sin embargo, no recuperaría a su hija, ya que la corte le había prohibido vivir con ella. 

Más tarde, citó a Phill en una plaza. Era necesario  hablar con él sobre algo muy importante. Sentada sobre un banco, lo vio llegar. Los ojos de la mujer tenían bolsas debajo, pero no por eso dejaba de ser hermosa. 

—Me da gusto verte —le sonrió.

—A mí también —le dijo Phill, y besó el dorso de su mano—. Ahora sí, ¿quieres casarte conmigo? —le mostró la caja abierta, con un brillante anillo en su interior.

—Me iré a recomenzar mi vida, a Ohio. El programa de protección de testigos ya me dio un departamento y abriré una boutique, como quería hacer cuando estaba esperando a Samantha —contestó, triste.

—¿Por qué huyes? Es tu oportunidad de tener esa vida conmigo que siempre soñaste...

—Samantha no puede ni verme por todo lo que la hice pasar, todos aquí saben que soy una prostituta y ¡estoy embarazada a mis cuarenta! —respondió.

—¿De Michael? 

—No, él siempre se cuidaba. Ésta vez  no sé de quién es el bebé...—confesó. Las palabras ésta vez  hicieron eco en la mente de Phill.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó el hombre, sorprendido.

—Ya no puedo callar más, hay altas probabilidades de que Samantha sea tu hija, porque yo entré embarazada al prostíbulo. Por favor, cuídala, y dale todo el amor de padre que jamás recibió, sea o no tu hija de sangre. Te amo Phill, y jamás te olvidaré...—se despidió, y salió del lugar. Miró a su ex novio con lágrimas en los ojos, y luego desapareció en un colectivo.

Phill quedó destrozado, metió la caja en el bolsillo de su saco, y volvió a su auto. Sin embargo, pensaba seriamente en las últimas palabras que le dijo aquella mujer. Por coincidencia del destino, Harrison lo llamó, para decirle que ya estaban listas todas las pruebas de ADN. 

Manejó esperanzado hasta su oficina, porque además de que siempre había querido una hija, Samantha sería lo único que le quedaría de la mujer que amó durante veinte años, a pesar de la traición que lo apuñaló por la espalda y le quitó las ganas de amar nuevamente. 

Entró al estudio, y las caras de Samantha y de los quince hombres que probablemente serían sus padres lucían nerviosas. Antes de empezar a revisar las pruebas, salió del estudio con el abogado y le pidió que su prueba fuera la última en abrirse.

Los dos hombres entraron nuevamente, y uno a uno, los sobres empezaron a informar que la paternidad del respectivo era negativa. A medida que se iban eliminando, se retiraban. A medida que se iban eliminando, se perdía la esperanza y en Sam y se aumentaba en Phill. Hasta que... Hasta que se acabaron los sobres del escritorio... 

—Samantha —dijo Phill al ver la decepción en la joven—. Aún falta una prueba más: la mía.

Sacó el sobre en frente de todos los presentes: la chica, el joven abogado y su madre. Rasgó el papel cuidadosamente, extrajo el resultado y lo leyó en voz alta.

—Paternidad positiva —decía. Los cuatro rostros no tenían expresión. Harrison agarró sus papeles, dispuesto a prepararle la tenencia. 

***

Samantha salió con Logan para contarle los resultados, y Phill y su madre, dialogaban acerca de la noticia.

—Sinceramente, me sorprendió saber que es tu hija —confesó Claire. 

—Yo también estoy sorprendido, pero desde hace tiempo que lo sospecho.

—¿Le darás el apellido Hillson? 

—Claro que se lo daré, es mi hija...

Nota de autora: Cuéntenme, ¿tenían sospechas? ¿Por qué? Me gustaría saber sus opiniones :3 ¿Creen que Phill sí la cuide? 

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora