—Como sea Kris, eso no es de nuestra incumbencia.
—Pues sí Sam tienes razón.
—Ya compramos demasiado ¿Vamos por unos tragos?
—Claro, vamos —Kris sonrió.
Las amigas salieron del paseo de compras y caminaron hasta el bar estilo irlandés que estaba cerca. Se sentaron en una mesa y pidieron una botella de vodka. Sam prendió un cigarrillo. Y entonces llegó el vodka. Disfrutaron trago por trago de aquella transparente bebida rusa y la rubia compró una botella pequeña.
—Sam ¿Por qué lo compras? —le preguntó Kris. Mientras la chica prendía otro cigarrillo le contestó.
—Bueno... Nunca sabes cuándo lo vas a necesitar... —dio una calada y se fueron de aquel lugar lleno de ebrios que les tiraban piropos, piropos que las amigas ignoraron.
Samantha volvió a su casa. Quería entrar por el techo pero por la gran cantidad de bolsas no podía, por lo que no tuvo más remedio que usar la puerta. En su cuarto guardó su ropa nueva y su preciado tesoro lo escondió entre las medias. Hizo sus deberes, cosa muy extraña en ella ya que la educación le importaba poco. Pero a la vez mucho. Era una alumna mediocre, aunque lo que más quería obtener una beca para irse lo más lejos posible de aquél infierno, aquél calvario, aquella mierda que se hacía llamar vida...
Llegó su hora de trabajar y se puso el uniforme de trabajo, que consistía en un jean, un par de zapatillas, un delantal verde una camiseta negra de Starbucks. Trabajar era algo que le encantaba, no sólo porque ganaba dinero para gastarlo en cigarrillos y ropa, si no también porque ahí se olvidaba de todo, era una de sus distracciones favoritas. Marcó su tarjeta de llegada y se paró detrás del mostrador a esperar la llegada de los clientes. El primer cliente fue el director de su colegio.
-Samantha ¿Eres tú? - le preguntó sorprendido aquel pelinegro cuarentón.
—Lo soy señor director. Ahora dígame ¿Qué desea?
—Quiero un café común con dos muffins de cereza... Y un croissant para llevar —anotó el pedido y le entregó el ticket.
—Que tenga un buen día.
—Gracias Samantha. Igualmente.
El director se fue a sentar una vez que terminó su merienda se levantó y la pagó. Luego volvió a su casa. Tenía muchas cosas importantes que hacer.
***
Estaba él en su computadora mirando el correo. No era muy interesante lo que allí había. Sólo los programas anuales de los profesores, correos de su madre y de alguna que otra agencia de viajes. Recibió un correo que lo sorprendió: el remitente de dicho correo era Cassandra, la mujer que una vez amó. Lo abrió curioso y empezó a leer.
" Querido Phill:
Por favor cuida bien a Samantha en éste último año. De ser posible,te pido también si puedes introducirla a un programa de becas universitarias. Sé que podrás hacerlo por mi hija. Y si necesitas algo no dudes en llamarme.
Saludos, Cassandra"
Después de leer el correo se preparó un café y pensó en la respuesta. No sería nada malo ayudar a la hija de aquella mujer, ya que quería mucho a la rubia. Una vez que la tuvo se sentó con la taza en la mano, dio un sorbo y empezó a teclear la respuesta.
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Pasión Prohibida
RomanceElla una estudiante de último año. Él, un profesor de matemáticas. Ella, con un corazón congelado. Él, con un corazón dispuesto a todo. Ellos conectan una mirada. Ella, tiene el corazón vacío. Él, el hombre perfecto... Y un hombre casad...