—Rubia, es viernes por fin ¿Qué te parece si vamos a bailar ésta noche?—ofreció Peter.
—Me parece bien, castaño —contestó Samantha—. Morocha, ¿vamos a bailar?
—Obvio que sí. Pero antes de ir tenemos que ir de compras Sam —contestó Kristine, la reina de las compras.
—Antes tengo algo que hacer.
—¿Y qué es Sam? ¿Verte con el Profesor Parker en un hotel? —bromeó Peter con su típico y sexoso humor.
—No idiota... Tengo que hacer las tareas y luego ir a trabajar —Sam se alejó y prendió un cigarrillo mientras caminaba a la parada.
—Kris, algo le pasa a Samantha... Ella nunca es así...—observó Peter mientras prendía un cigarrillo.
—Créeme que también lo noté... Pero no quiere decirnos... Al parecer no está segura o cree que aún no es momento.
Samantha llegó a su casa luego de haber esperado el colectivo durante veinte largos minutos. El panorama era el mismo de siempre: su papá sacando latas de cerveza, su mamá atendiendo a los clientes en el sótano. Lo único nuevo era que de la cocina salía un delicioso olor, y era Macy cocinando. A ella le encantaba la comida que Tía Macy preparaba. Dejó su mochila en el piso y corrió a su encuentro.
—¡Tía Macy! —la susodicha sonrió y abrió los brazos para recibir a Samantha —. Qué sorpresa verte aquí, tía.
—Quise darte una sorpresa, Sam. ¿Quieres ver qué te estoy preparando?
—Me encantaría —Samantha sonrió y cerró los ojos. Desde pequeña cada vez que Macy le preguntaba eso cerraba los ojos. La "tía" puso un poco de pastel de choclo en la boca de la chica.
—Adivina qué es.
—Esto es... ¡Pastel de choclo! ¡Qué delicia!
—Me alegro que te guste. Vamos a comer y conversar.
Ambas se sentaron en la mesa. La rubia inició la conversación.
—Tía adivina lo qué pasó.
—¿Qué pasó? —preguntó la pelinegra mientras empolvaba su pastel con azúcar.
—Recibí tres opciones de universidad.
—¡Qué excelente noticia! ¿Cuántas son?
—Son tres. Una de ellas está aquí.
—Piensa bien en la que quieras, y aprovecha bien esa oportunidad porque posiblemente nunca más vuelvas a recibir una de éste tipo... —aconsejó la prostituta y dio un suspiro melancólico. El silencio se puso incómodo hasta que la rubia lo rompió con una pregunta:
—Tía ¿Puedo hacerte una pregunta? No importa si no quieres contestar...
—Bueno hija... Anda, pregunta lo que sea y yo responderé —apoyó sus codos sobre la mesa y las manos debajo de su mentón.
—¿Por qué decidiste ser prostituta?
Macy cerró los ojos, suspiró, exhaló aire y respondió: —No tuve elección... Malgasté la vida y desaproveché las oportunidades... Muy tarde me dí cuenta de lo equivocada que estuve...
—¿Puedo saber qué pasó?
—Cuando tenía dieciséis años me enamoré. Él no era buen partido, aunque en ese momento no me daba cuenta. El chico tenía unos veintitrés años y era pandillero, por lo que gracias a él entré a su pandilla. Ahí fue cuando empecé a arruinar mi vida.
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Pasión Prohibida
RomansaElla una estudiante de último año. Él, un profesor de matemáticas. Ella, con un corazón congelado. Él, con un corazón dispuesto a todo. Ellos conectan una mirada. Ella, tiene el corazón vacío. Él, el hombre perfecto... Y un hombre casad...