Capítulo 8: Las pruebas

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—Vaya

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—Vaya... Eso fue... Bastante revelador —confesé, muy sorprendida por lo que acababa de escuchar—, pero hay algo de lo que dijiste... que me dejó con curiosidad...

Él frunció el ceño.

—¿Que pasó con su padre? ¿De Nicholas? —pregunté tontamente, Ferchoph se tensó.

—Eso... ya no me corresponde a mí —respondió lento y nervioso—, debes ganarte su confianza, él es una buena persona en el fondo y un sabiondo de todo lo que pasa y no pasa en Deyecc. —expresó con timidez. Yo le sonreí.

—Está bien... —dije pensativa—. Voy a intentarlo, Ferph. —exclamé decidida unos segundos después. 

—¿Prometido? —preguntó sonriendo medio pícaro.

Rodeé los ojos.

—Prometido. 

—Vale, nos vemos hoy a las tres; frente a su cubículo.

Esa noche, verifiqué la hora en la pared, para después dirigirme en dirección a la habitación de Nicholas, junto a Ferph. La simple idea de encontrarme sola con él, en un mismo cubículo, no me agradaba para nada, por lo que estar con mi amigo Ferph me reconfortaba bastante. Al fin había encontrado a la persona que lo sabía todo, es decir, todas las respuestas a mis preguntas y no iba a desperdiciar la oportunidad de conocer un poco más, por el hecho de que es un completo idiota que me quiere intimidar.

Solo ignoraré sus coqueteos y me apoyaré en Ferchoph.

Y estaré bien.

En todo caso, debo ser amable e intentar hablar con él, quizás, sólo quizás, por esta vez se comporte como alguien y me hable como una persona madura.

Pero es solo una posibilidad, una remota posibilidad...

—Hola Fe... —me calló colocando su dedo índice en mi boca. Lo miré extrañada.

—Aun nos pueden escuchar. —susurró, casi ni le pude escuchar bien, pero fui capaz de leer sus labios. Él quitó su dedo de mis labios y con el señaló hacia arriba, miré en la dirección que el indicaba y vi una cámara, muy hermosa, algo pequeña y camuflada, me di cuenta donde estaba por que una luz azul la rodeaba, parecía como si la cámara estuviera dentro de una burbuja.

—Ahora sí, nunca existimos en las cámaras ni los videos de este día a esta hora. —dijo orgulloso, lo miré más extrañada que antes pero luego entendí porque estaba así.

Sus manos lo controlaban, controlaban la cámara...

—¿Cómo...?

—Pregúntale a Nicholas. —Me interrumpió y abrió la puerta.

Dejé de lado mis pensamientos y respiré hondo antes de entrar en aquella habitación, tenía los pelos de punta y mis ahora; incontrolables nervios hacia él, encendidos. Los malos pensamientos seguían, pero los controlé lo más que pude y decidí actuar como si no lo hubiera conocido de la manera en que lo conocí.

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