Capítulo 16: El secreto más grande

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No lo podía creer

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No lo podía creer.

No podía asimilar lo que estaba pasando.

Pero mis ojos no estaban mintiendo, lo que veía... era real.

Quién saltaba y golpeaba, y estaba haciendo pedazos al guardia frente a nuestros ojos.

Era Nicholas...

¡Nicholas!

Mi boca yacía abierta desde que lo vi y no pretendía cerrarla, estaba lo que le sigue a impactada.

En shock, en un multiverso de preguntas, en un hoyo negro de nuevas dudas, con una que resaltaba entre todas.

¿Por qué no me lo dijo?

Estaba ahí, de pie, golpeándolo, vivo.

No me lo podía creer, era demasiado para procesar, me volví hacía Ferph y estaba igual o más sorprendido que yo. Al parecer este era un secreto, bien guardado, de Nicholas. Porque ni Ferph ni yo, ni nadie en Deyecc sabía sobre esto.

El guardia quedó desmayado y Nicholas, después de semejante espectáculo, nos volteó a ver con un:

—¿Qué? —Y ladeó la cabeza sonriente—. ¿Nunca habían visto a un paralítico, caminar?

Eh... ¡no!

Me llevaba por lo menos dos cabezas, tenía los cabellos alborotados debido al ajetreo y se veía tan... Sexy.

Ferph y yo estábamos conmocionados, pero a la vez, sonriendo por lo impactante que fue y lo felices que nos hacía saber que Nicholas estaba de pie.

—¡Estás loco! —grité hacia él y me lancé a darle una abrazo. Lo creía muerto... Ahora, solo quería abrazarlo y quedarme así.

Él me correspondió el abrazo y unos minutos después Ferph se unió chillando:

—¡Yo también quiero!

Nuestras risas se entremezclaron y vibraron en nuestro abrazo grupal, era un momento que quería que permaneciera así. No recordaba tener una familia, no recordaba si sentí amor alguna vez o si siquiera tuve amigos, pero este momento... este pequeño e insignificante momento quería grabármelo en la mente y nunca borrarlo; porque estos chicos, con sus locuras y sus advertencias, me salvaron. Con la íntegra amistad de Ferph y el galante coqueteo de Nicholas, sus chistes, su hermandad y todas las cosas que aprendí gracias a ellos, por muy pequeño que pareciera, gracias a esas cosas, se habían convertido en mi nueva familia.

Pero...

Aunque todo era muy bonito y emocionante, noté que Nicholas seguía teniendo aspecto de muerto, su rostro aún coloraba morado.

—¿Estas bien? —le pregunté.

—Mejor que nunca. —Fue lo que me dijo.

—Enserio bro, ¿Estás bien? Tu cabeza parece una ciruela. —hablo Ferph esta vez, secundando lo que dije.

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