Capítulo 21: La libreta

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Los tres nos quedamos viendo entre extrañados y ansiosos por lo que contenía la primera página de la libreta

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Los tres nos quedamos viendo entre extrañados y ansiosos por lo que contenía la primera página de la libreta.

—Mmm no entiendo... ¿solo dibujos? —solté sin pensarlo mucho, Ferph me miró feo—, lo siento.

En las primeras hojas de la libreta habían dibujos, uno de anatomía femenina y en la otra hoja la masculina, habían algunas rayas remarcadas en azul, y otras en rojo, la verdad no entendía muy bien qué significaba. Pero más adelante habían más hojas con poses de cuerpo completo, la que más me llamo la atención fue la de una especie de patada o algo así; la figura tenía el pie en lo alto al principio, luego lo bajaba con fuerza dando un pisotón y nada más.

Podríamos intentar hacer eso, a ver qué pasaba.

Pero podría ser igual de arriesgado que la electricidad, recordar la primera vez que lo intenté sola me hacía temer a intentarlo.

Pasamos diez hojas más y esta vez nos encontramos con manos, con la mismas líneas dibujadas en rojo y azul, las siguientes páginas eran más de lo mismo, seguíamos pasando y habían un total de veinte hojas con dibujos de manos en diferentes poses. En la hoja número veintiuno, vimos algo nuevo, un símbolo de tres triángulos unidos que a la vez hacían un cuarto triángulo pero este era invertido e invisible. No reconocía ese símbolo de nada.

El resto de las hojas estaban vacías.

—Yo tengo que ser sincera, no estoy entendiendo nada —confesé levantando los brazos con una expresión de confusión. Ferph dejó de pasar páginas.

Los dos me miraron ceñudos, hasta que Edan bajó la mirada unos segundos y luego la levantó para decir:

—Lamento decir esto, pero yo tampoco —Se encogió de hombros.

Ferchoph nos miró con clara molestia.

—A ver, yo menos entiendo, se supone que el inteligente eres tú —señaló a Edan tocándole el pecho con su dedo índice, miré a Ferph incrédula por lo que acababa de decir, él lo notó— sin ofender Len.

Para nada me ofende.

—Ok —me limité a decir sin poder contener la molestia en mi voz.

—Tu eres el que salió del techo con una entrada super heroica, debes saber cómo descifrar esto —continuó mi amigo.

—Pues, la verdad, esta vez no sé —dijo cruzándose de brazos—. Además, habías dicho que nos podía interesar, si lo dijiste es porque encontraste algo ¿no? —formuló. Las orbes café claro lo miraron con incredulidad.

—¡Pues, claro! ¿No es obvio? esta anatomía, estos dibujos, ¡son sobre ustedes dos, imbécil! —afirmó y yo le arrebaté la libreta para verlos mejor y tenía razón.

Los dibujos eran de nosotros, lo de las manos parecían ser las técnicas, ya que una de ellas me recordó a lo que me enseñó Nicholas.

¡Y habían un montón!

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