Capítulo 12: Hilos azules

57 9 4
                                    

—Nicholas ¿Cuántos años tienes aquí? —pregunté tragándome todo el orgullo mientras me sentaba salvajemente en un taburete frente a él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Nicholas ¿Cuántos años tienes aquí? —pregunté tragándome todo el orgullo mientras me sentaba salvajemente en un taburete frente a él.

No había podido dormir en toda la noche, así que decidí impulsivamente volver a su habitación, a primera hora de la mañana. Creo que él pudo notar mi trasnocho, me di cuenta por la forma en que me miraba.

Pasaron unos segundos de confusión, luego sonrió divertido aliviándome un poco y habló:

—Diez años de mi vida, comencé desde que tenía trece años. —Me sorprendí demasiado ante eso. Diez años... ¿viviendo en este lugar? ¿por qué seguía con vida? si lo que me decían era que no se podía...

Era muy extraño.

Sin embargo, mi mente se concentró más en su edad actual, veintitrés años.

Era un adulto al igual que yo.

Un pensamiento intrusivo de nosotros como la pareja perfecta se metió en mi cabeza haciéndome sonrojar.

Traté de olvidarlo, era estúpido.

Lo miré para ver su expresión que tendría al soltar la pregunta que tenía. Su cara era tan bonita ahora mismo, como me miraban sus ojos...

—¿Y cómo llegaste a este lugar? —Él se tensó y cambió su mirada a una con demasiada seriedad.

—Lo siento, no puedo contestar eso. —respondió simplemente. Me sentí un poco estúpida y me removí incómoda mientras desviaba la mirada al suelo.

Mi mente quedó en blanco por un segundo.

¿Qué podría preguntar ahora?

Uh, ya sé.

—Bien... Mm... ¿Cómo funcionan los dedos eléctricos? —pregunté ansiosa. Era una de las preguntas que más deseaba que fueran contestadas.

—¿Los qué? —pregunto burlón y se rio un poco.

—Los dedos eléctricos, ya sabes... esas habilidades...

—Oh, quieres saber tus habilidades —asentí—. Pues puedo enseñarte unos trucos. No lo sé todo, pero tengo conocimiento de algunas cosas —aceptó sonriente.

Mi corazón empezó a latir muy rápido, la emoción me llenaba el pecho y creí por un momento que me pondría a llorar, pero gracias al cielo no sucedió.

—¿Estás lista?

—¡Sí! —exclamé con demasiado entusiasmo.

—Muy bien... harás lo siguiente —comenzó a decir mientras tomaba mis manos sin previo aviso, yo me puse nerviosa y maldije internamente por las inevitables reacciones de mi cuerpo, el me miró y sonrió de lado antes de poner una cara más seria y proseguir—, Une tus dedos anular y pulgar y frótalos suavemente, de ambas manos. —explicó colocando mis dedos en posición.

CONECTADOS   | 𝖤𝖭 𝖯𝖱𝖮𝖢𝖤𝖲𝖮  |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora