Me abrieron la puerta del coche para dejarme pasar y estuve a punto de correr lejos, de no haber sido por los ojos amenazadores del guardián. Era imposible escapar de ellos. Noté que los dos oficiales mantenían objetos irreconocibles que me retenían a huir, como si antes de hacer su trabajo hubiesen sido preparados para apresarme teniendo cuenta que no había incumplido ninguna regla, o quizás demasiadas.
Pero eso no tenía sentido al recordar que Damián me dijo que me calmara, no se trataba nada sobre lo nuestro. Estuvimos a un pelo de ser descubiertos, a poco de ser enviados a juicio como Lorin Sheper. Si perdía a Damián...., me destruiría por completo. El guardián que me tenía sujetada del brazo no paraba de aumentar mi mal humor. Me encontraba en problemas y presentía que las cosas no iban a salir bien. Nadie quería responder a mis preguntas, no sabía dónde estaba mi amiga y tampoco qué hacía allí y porqué.
—Bienvenida al castillo, Regener.
Murmuró el guardián y solo entonces pude fijarme en mi alrededor. Comprendí, lo que se extendía frente a mí definitivamente era el castillo de la reina Adelina. Contuve mi respiración mientras contemplaba la grandeza de su fortaleza. Se encontraba encima de una montaña y casi rozaba la superficie de las nubes. Habían cuatro torres alrededor de cada una de sus esquinas, zonas de seguridad en las orillas de la barra y jardines abundantes que lo rodeaban. Ahí vivía la reina, en el admirable castillo, situado en el centro del Domo. Era una afortunada.
—Andando, Clarisa
Los guardianes me mantuvieron en la misma posición para llevarme en dirección al castillo mientras escuchaba el abrir y cerrar de las puertas de los coches traseros. Nunca en mi vida había viajado en un coche y creo que ésta será la última vez al convertirse en los quince minutos más fastidiosos de mi vida. También lo demostraba el rostro de Damián al salir de aquel plaustro color sombrío y renuevo, su rostro era un sinfín de emociones, de cansancio y temor. Al pasar junto a mí no me dirigió la mirada y siguió caminando indiferente con los demás guardianes. Sus hombros lucían tensos e intranquilos, seguramente no estaba listo para lo que sucedería al adentrarse en aquellas puertas. Yo tampoco lo sabía y la curiosidad me carcomía.
—Muévete —dijo el guardián y rodeé los ojos sin importarme faltarle el respeto como siempre se debía hacer frente a un guardián.
Avancé al sentir como me empujaban hacia uno de los extremos de la calle. Supe que nos dirigíamos a una área cerca de la montaña donde varios hombres vestidos con uniforme protegían el sitio.
—Espero que no te espanten los ascensores, sería muy desapacible estar con una chillona en un caja asfixiante por ciento sesenta segundos.
Así dijo el guardián, quién creía caerme mejor que el otro pero al escuchar sus palabras me di cuenta que ambos eran unos capullos. Eché una miradita por encima de mi cabeza.
—¿Ascensor?
Pregunté, pero al no recibir respuesta solté un suspiro de fastidio. Definitivamente los dos eran igual de sordos y anormales. Al llegar al área todos los oficiales al verme me recibieron con un asentimiento. No comprendí sus rostros asombrados; solo era yo, Clarisa Regener, la hija codiciosa de un Regente que nunca llegó a mostrar un gesto de cariño. Uno de ellos llegó y presionó el botón junto al ascensor, de inmediato se abrieron las puertas mostrando un color blanco cegador y vacío.
Me empujaron dentro y Damián se coló junto a mí en segundos. Dirigió un asentimiento a los demás a exención de mí, como si no se diera cuenta de mi existencia. Uno de los guardianes capullos chocó la yema de su dedo en el último número del mostrador. Con premura, la maquina comenzó a subir. Pasaron los segundos cuando los dedos de Damián recorrieron los míos para entrelazar nuestras manos. Volví a verlo pero ni siquiera pestañeó. Entendía su comportamiento: mantenerme cerca sin que los demás pudieran darse cuenta.
Miré al frente al escuchar el golpeteo de un zapato contra el suelo del ascensor. El guardián desesperado estaba por perder los nervios si se mantenía en aquel lugar cerrado por más tiempo. Sonreí con malicia.
Finalmente las puertas se abrieron mostrando un lugar más amplio y espacioso, una habitación de paredes y pinturas pálidas cubriendo cada centímetro esta.
Una música de vetustez me atravesó los oídos mientras me arrastraban de los brazos hacia una de las puertas robustas, pero una voz nos dejó perplejos a todos:
—¿Damián? —preguntó esta, y él rápidamente corrió a abrazar a una chica de cabello negro que no podía distinguir su rostro. ¿Quién era ella?
Algo dentro de mí se agitó al ver su manera de abrazarla, como si no quisiera soltarla nunca.
Aquello me aturdió por completo. Retrocedí dos pasos y choqué contra una de la paredes blancas. Mi visión se humedeció, quería no haber sentido unos tremendos celos pero era inevitable. Había sido como una puñalada en el pecho.
—Debes entrar
Señaló el guardián la puerta junto a mi lado. Ignoré por completo su orden.
—¿Quién es ella?
Él alzó una de sus gruesas cejas antes de echarle un simple vistazo a la chica y volvió a mirarme, encogiéndose de hombros.
—Ángel es una de mujeres más poderosas del Domo, también considerada casi como una princesa —susurró—. Por ese motivo se encuentra aquí. Ahora, entra Regener.
Me envió una mirada de «Si no me haces caso te obligaré a entrar», por lo que me limité a suspirar y asentir. Dejando atrás a Damián con la chica. Dolía creer lo peor. Aún cuando no podía hacer nada al respecto ya que llamaría mucho la atención. Damián me miró dándose la vuelta y mis ojos cruzaron con los suyos antes de que me abrieran las puertas y crucé sin dudar. Me sobresalté al escuchar el choque de la puerta al cerrar. Miré mi alrededor.
Era una sala bastante decorada y en total orden, con pinturas de retratos, muebles relucientes y unos sofás totalmente apetecibles para llegar y acostarse en su suavidad.
—¿Es ella?
Preguntó una voz y rápidamente el guardián asintió con la cabeza. Miré al frente, donde una mujer elegante vestía un vestido largo y deslumbrante. Su cabello era de color escarlata y sus labios también. Llevaba una tiara en su cabeza que brillaba mientras más avanzaba. Mi boca se abrió observando su magnífica belleza y la juventud de su rostro, casi sin ninguna marca de imperfección. Al verme se acercó con una sonrisa de sorpresa. Estaba atontada al verla. Incluso cuando su dedo recorrió uno de mis mechones rojizos y los colocó detrás de mis orejas. Su sonrisa se intensificó .
—Has crecido tanto, pequeña.
Me aparté un poco de sus caricias y mi ceño se frunció.
—¿Quién eres?
Me miró desconcertada pero volvió acercarse y recorrer con sus dedos la barbilla de mi rostro.
—¿Qué no te lo dijo Abel? —susurró preguntándome con sus radiantes ojos azules—. Me llamo Adelina Price, y soy tu madre biológica.
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Holaaaa,
¿Sorprendidos por
la revelación de Adelina Price? ¿Cuantos no se lo esperaban? Pueden dejar sus reacciones por aquí 👉🏻.¡Gracias por leer!
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Raquel🌷
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Los Exiliados
Fantasi¿Qué pasaría si vivieras en un mundo donde el amor es prohibido? En el Domo, es imprescindible que todos los habitantes posean dotes sobrenaturales y que nunca lleguen a enamorarse. Clarisa Regener, es la hija del líder de su progenie, pero nunca ha...