Odio encarnado.

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Nicolás se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Aún seguían en el callejón. Ya era de día de nuevo, habían pasado toda la noche inconscientes. Entonces recordó la imagen de Dan magullado por la paliza. 

Intentó levantarse, pero sus fuerzas le fallaron, no entendía qué le pasaba. Miró a su alrededor, se encontró con la imagen de Dan muy pálido. Se incorporó como pudo y fue revisar su respiración, seguía con vida, pero su respiración era lenta y cansina. Nicolás tenía que llevarlo con su madre, no se fiaba de los hospitales de la ciudad, nadie mejor que su madre para salvarle la vida a Dan.

El chico rubio se levantó de repentinamente, como si sólo hubiese dormido una larga siesta. Su herida ya no estaba, pero su expresión era de puro odio. Miraba a Nicolás con ira encarnada, los hermanos seguían inconscientes. Nicolás sacó su daga y se preparó para cualquier ataque.

-¿Cómo te llamas?- Preguntó el rubio a Nicolás, la pregunta lo dejó fuera de juego.

-Nicolás...

-Bien, Nicolás si no me equivoco serás de los que el consejo envíe, por si no lo has notado aún tengo tu edad, eso quiere decir que nos volveremos a ver, y para entonces seré más fuerte. Y entonces, cuando estés solo, te mataré de la peor forma que puedas imaginarte.

-No habrá mañana para ti, todo acabará justo ahora-Dijo Nicolás con enojo y se le lanzó encima al chico, lo tomó por la camisa y colocó su daga en su cuello.

-Al parecer aún no lo controlas...- Dijo el rubio, esbozó una macabra sonrisa.

-¿De qué hablas?- Preguntó Nicolás confuso

-No las escuchas, ¿verdad?

-Qué...-Entonces en el callejón retumbaron las bocinas de las patrullas de policía. Eran tres. Los policías se bajaron rápidamente apuntado sus armas a Nicolás.

-SUELTEN LAS ARMAS!! MANOS EN LA CABEZA!!

Nicolás se apartó frustrado del chico y soltó su daga, poniendo en alto sus manos mirando directamente a los policías.

-USTED TAM... Oh, Sr. Drake, perdón no sabía que fuera usted-Le dijo el policía que procuraba no dirigirle la mirada, y en sus manos su arma empezó a temblar, igual los demás policías al ver de quién se trataba.

El chico rubio se llamaba Drake... pensó Nicolás, pero aún no entendía por qué le temían tanto, él era un muchacho normal, igual que él.

Otro policía, que llevaba una medalla honoraria como soldado raso al hombro, bajó de la patrulla.

-¿Qué pasó aquí? ¿Se encuentra bien Sr. Drake?-Dijo el teniente.

-Éste muchacho, esta infame escoria, le dió una brutal paliza a ese hombre-Dijo Drake señalando a Dan aún inconsciente.- Estuvo a punto de matarlo con sus propias manos, pero mis amigos y yo nos interpusimos y ayudamos al pobre hombre, pero él nos remató a los tres juntos... es un fenómeno!

-Bien, no se preocupe él pagará por sus atrocidades Sr. Drake. Muchachos recojan al hombre y llévenlo al hospital.- Dijo el teniente con premura.

-No es cierto...-Intentó reprochar Nicolás, pero de inmediato el teniente sacó su arma y le apuntó en la cabeza.

-Chico es mejor que te calles si no quieres terminar muerto en éste basurero.

-Teniente, es Dan son los que...-Dijo uno de los policías.

-Oh, vaya, pero si es la rata de bosque. Déjenlo, que se muera ese mal nacido.- Sentenció el teniente.

Nicolás ardía de la rabia, no podía creer que se creyeran tal mentira y que fueran a dejar morir a Dan como un perro.

Dan empezó a toser bruscamente escupiendo sangre, y después llamó a Nicolás.

Uno de los policías pateó a Dan en la cara, haciéndole otro moretón bastante feo.

Dan no gimió, no se movió, quedó allí, como muerto.

-NO! DÉJALO!!- Gritó Nicolás que fue a golpear al policía. Entonces el teniente cargó el arma y apretó el gatillo.

Tres balas zumbaron el aire hasta Nicolás. Cayó gimiendo de dolor en el suelo, inerte.

La Verdad de un GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora