Real e irreal.

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Nicolás estaba fastidiado. El amanecer lo había despertado más temprano de lo que le hubiese gustado, pero sabía que ese era el menor de sus problemas.

Enroscó sus manos entre los barrotes de la celda y gritó que lo sacaran. Una vez el silencio reinó, se sintió estúpido, inútil e impotente. Había tantas cosas que quería hacer, pero estaba preso por algo más que una celda. Por su ira. Él había querido negarlo, pero todo ese buen rato sin hacer nada más que pensar en lo sucedido lo hizo darse cuenta, últimamente todo lo que sentía es enojo. Nicolás empezó a sentirse culpable y esta vez empezaba a preguntarse si la muerte de Dan en verdad había sido su culpa.

La campana para el desayuno sonó y todas las celdas se abrieron con sus puertas corredizas automáticas de inmediato, todas excepto la de él. Unos tres hombres feos pasaron por su celda, estaban lleno de cicatrices, incluso uno tenía un parche en el ojo. Detrás de estos venía uno vociferando alegremente que ya era la hora del desayuno, era el hombre más grande que Nicolás hubiese visto, sin duda era el tipo de hombre que podría hacer polvo un bloque de concreto con sus propias manos. Tenía un tatuaje en su brazo derecho que decía: Big Boy

El hombre paró su risita y se acercó con semblante severo hacia Nicolás, haciendo que él titubeara y diera un paso hacia atrás. El grandote le hizo señas para que se acercara, sin apartarle la mirada ni por un segundo a Nicolás, él se acercó.

A penas lo hizo, el grandote se aferró a Nicolás por su camisa haciendo que se acercara aún más. Nicolás ya estaba muy nervioso, trató de safarse con sus manos, pero el hombre le sostuvo sus manos con la que tenía libre, entonces Nicolás que éste tenía otro tatuaje en su mano que decía: For you

Entonces el grandote se relajó y soltó una risita tan estúpida, que Nicolás hubiera jurado que sonaba como el ladrido de un perro Chiwuawua. El hombre lo aferró más fuerte e hizo que Nicolás se golpeara la frente con los barrotes.

-Hola, chiquito!!-Dijo el grandote con tono... afeminado- Debes ser nuevo, nunca te había visto por aquí. Verás esta era mi antigua celda, y sabes, no estaría muy contento con que no la limpiaras. Debe estar impecable. Para cuando termine el día deberá estar perfectamente limpia. Si regreso y aún te falta... bueno quizás yo podría ayudarte a terminar.

Nicolás estaba traumado. El hombre soltó una risita de perro.

-Rizoli!!-dijo una voz en las sombras- Suelta al chico.

El grandote se volvió hacia las sombras que estaban fuera de las celdas en una pared a a la que no llegaba el sol.

-¿Quién está allí?- Dijo el grandote nervioso.

-Te dije que sueltes al chico- Repitió la voz en las sombras

-Habla con mi mano- Dijo el grandote extendiendo la palma en dirección al hombre en las sombras.

De las sombras salió disparada una guadaña sostenida por una cadena, ésta llegó hasta la mano del grandote rebanando la carne del brazo. La sangre salió a borbotones  del brazo, chorreando el piso, la cara de Nicolás y el torso del grandote. Éste lanzó un aullido de dolor al aire, sosteniendo su brazo ensangrentando con la otra mano que aún  tenía.

El grandote salió corriendo hasta perderse por los pasillos.

La pieza de metal ensangrentado empezó a retraerse. Las cadenas resonaban en todo el lugar. Nicolás estaba aterrorizado, miró hacia el hombre en las sombras, sentía su cuerpo tan pesado como el concreto, incluso podía escuchar su corazón bombear sangre velozmente por todo su cuerpo.

En las sombras apareció un ojo violeta brillante. Entonces Nicolás entendió, era Drake. Y su temor aumentó de golpe, con ira contenida.

El Sr. Drake salió de entre las sombras con una cruel sonrisa de maníaco. Nicolás vio la guadaña ahora con forma de hoz pequeña que podía tomarse por un mango de acero.

Drake se acercó hasta la celda tomando el lugar del grandote, ignorando la mano pálida y ensangrentada en el suelo.

-Oh, mi querido amigo Nico-lás. Te gusta mi nuevo artilugio-Dijo Drake refiriéndose a su nueva arma de la cual aún caían gotas de sangre.

-El paquete... ¿era eso?- Preguntó Nicolás inquieto.

-Oh sí, pero no sólo eso, también traía otro juguetito un poco menos bélico- Entonces Drake se llevó la mano libre a su ojo de vidrio y las introdujo, la sangre empezó a salir, mientras éste soportaba la tortura, se quitó el ojo y lo arrojó al suelo. Con su mano llena de sangre, se la llevó al bolsillo y sacó otro ojo, se lo colocó en la cuenca vacía. Entonces su nuevo ojo brillaba en un color rojo sangre.

Nicolás estaba aterrorizado, no podía moverse siquiera.

-JAJAJAJA!! Si vieras tu cara. Bueno, te dije que te volvería a ver y que entonces te haría pagar el mal rato que me ocasionaste.-Dijo Drake en tono macabro. Levantó su brazo y cortó los barrotes con la guadaña, estos calleron al suelo de la celda con un estruendo.

 Drake entró

Nicolás tirado en el suelo, entendió que ese sería su fin.

Entonces un hombre de ojos violeta y rojo brillante. Desgarró a Nicolás llenando las paredes con sangre. Allí no habría ninguna pelirroja que pudiera salvarlo, sólo había terror y locura.


***


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Nicolás despertó sudando en su celda esa mañana y se alegró de aún poder respirar.

La Verdad de un GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora