Me encuentro con unos idiotas.

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Nicolás miró extrañado la taza con Coca-cola.

No prestó atención y siguió tomando. Justo en ese momento entraron tres chicos en la cafetería. Uno de ellos se le quedó mirando, como si lo conociera. Nicolás lo ignoró con toda la confianza del mundo.

Los chicos parecían vándalos. Para Nicolás les parecieron los típicos chicos que molestan a los pequeños en la escuela. El del medio tenía pelo rubio, era un poco más alto que él y se veía más fuerte. Tenía un ojo de vídreo o tenía esa enfermedad rara cuyo nombre no recordaba que hacía que alguien o algo pudiese tener ojos de distintos colores, éste era su ojo izquierdo, puesto que el derecho tenía un fuerte color violeta. Los otros dos chicos parecían hermanos, llevaban la misma ropa. 

-Jack, ¿tienes el encargo que te pedí?-Dijo el chico rubio al negro.

-No, llega mañana, no te preocupes.-Respondió Jack

-Espero sea tan fuerte como dijiste, lo necesitaré. De no agradarme tu pequeña hija tendrá un feo corte.-Jack lo fulminó con la mirada.

-Si llegas a tocar...-Prorrumpió Jack enojado.

-¿¡Qué!? No puedes hacer nada. El consejo nos teme, no se nos acercan si quiera y tú no puedes con nosotros tres, de intentarlo serías hombre muerto y tu hija... bueno, seguro se nos ocurrirá qué hacer con ella. ¿No? ¿chicos?.

Los hermanos rieron fuertemente y asintieron.

Nicolás no se imaginaba cómo el consejo temería a aquel trío. Ese ojo violeta no debía de asustar a más de uno pensó él, al margen de la situación.

-Vuelve mañana y el paquete ya habrá llegado, pero si mi hija tiene un solo rasguño, créeme que te masacraré con mis propias manos, aunque me cueste la vida.

-Sí, como sea.-Dijo el chico rubio tomando un vaso del mostrador y destrozándolo contra la pared.

Luego los tres chicos se fueron.

-Alguien debería darles su merecido a esas ratas de alcantarilla.-Le dijo Nicolás a Jack.

-No... en realidad no es su culpa, es un buen chico- Dijo Jack. Dejando mostrar su miedo y preocupación por su hija. O al menos, eso pudo notar Nicolás.

-¿Por qué les temen?-Preguntó Nicolás.

-Está anocheciendo, deberías irte.

Jack tenía razón. Aún debía encontrar a Dan antes de que anocheciera.

Salió de la cafetería y siguió buscando por las calles de la ciudad.


Ya había anochecido y aún no había encontrado a Dan, su padrastro. Pero pasaba algo muy extraño que a Dan le desconcertaba. Toda la ciudad estaba desierta, no se veía ni escuchaba nada, sólo el viento de la noche rozando su cansado cuerpo.

De repente escuchó algo que se rompía a lo lejos, como un vídreo roto del faro de un auto o algo así. Siguió la fuente del sonido. Los sonidos provenían de un callejón al otro lado de la ciudad, Nicolás se preguntaba cómo pudo escucharlo desde tan lejos.

En el callejón encontró a los tres mismos chicos de la cafetería, estaban haciendo destrozos con alguien, estaban dando una paliza a un hombre. La escena paralizó a Nicolás, no estaba seguro de qué hacer, hasta que lo vio. El hombre al que le daban la paliza, era Dan.

Sintió la ira recorrerle todo el cuerpo. Sacó su daga del bolsillo y se precipitó sobre uno de los hermanos. Lo tacleó fuertemente, le hizo un tajo enorme en el antebrazo y antes de que pudiese reaccionar lo noqueó con un golpe seco en la cabeza. El segundo hermano dejó a Dan y se le lanzó a Nicolás. Él viéndolo venir trató de girarse a tiempo para detenerlo, pero no lo consiguió y juntos rodaron un par de veces por el callejón dándose golpes.

Nicolás lo apartó de una patada y se levantó lo más rápido que pudo. Corrió hacia su contrincante, finteó a la derecha con su daga, giró bruscamente sus pies, superando las defensas del hermano y le rajó la pierna izquierda haciendo que ésta sangrara considerablemente. Lo que le hizo gritar.

El chico rubio levantó a Dan del suelo y le colocó un cuchillo en el cuello, utilizándolo con rehén. Nicolás hizo lo propio con el hermano consciente y lo puso a dormir con un golpe en el rostro.

-Vaya, pero qué tenemos aquí.-Dijo el chico rubio con desprecio y enojo en su tono de voz.

-Suelta a mi padre.-Sentenció Nicolás con enojo.

-Oh! Así que esta escoria es tu padre-Dijo el rubio apretando el cuchillo contra el cuello de Dan haciendo que brotaran unas cuantas gotas de sangre.

-...  -Nicolás no dijo nada. Estaba temblando de ira. Se concentró y sintió un hormigueo por todo el cuerpo. Sus sentidos se agudizaron.

-Puedes llorar si quieres, lo verás morir aquí en este basurero.

En ese momento Dan le dió un codazo al rubio en las costillas, haciendo que se retorciera del dolor. Nicolás aprovechó esa oportunidad y arrojó su daga que llegó a parar en el hombro derecho del chico. Dan barrió al rubio con una técnica de lucha y éste se golpeó fuerte en la cabeza.

Nicolás corrió hacia el chico y le propinó una fuerte patada en la cara. Dan se desplomó magullado por la paliza y quedó inconsciente. Nicolás sacó su daga del hombro ensangrentado del chico, lo limpió con su camiseta y lo guardó de nuevo. El rubio no levantaría posiblemente hasta dentro de mucho.

De repente, Nicolás se sintió agotado considerablemente. Durante la lucha, pudo notar que el ojo violeta del chico rubio brillaban en la oscuridad, al igual que los suyos. Se empezó a preguntar lo que eso significaba. Pero no pudo. Un dolor fuerte empezó a retumbar su cabeza y calló inconsciente.

La Verdad de un GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora