School Days with Ringo

Días 10, 11, 12 y 13.

Bueno, es la primera vez que musicalizo un fic con cuarteto pero Kitty compartió conmigo un gran descubriemiento que me está viniendo de 10 para este fic, y lo peor es que hay millones de temas que re pegan para el fanfiction. Que me perdonen los Santos Beatles. 

  Libros tontos, como quieren que sus letras entren en mi mente
si mi mente esta cansada de tanto quererte y quererte, quererte
Libros tontos, como quieren que sus letras entren en mi mente
sabes bien que por tu culpa perderé el semestre
la quiero, la quiero... perdonenme.   

Día 10 (mañana)

Cuando despertó se sintió enfermo. Enseguida se odió, hacía mucho que no se enfermaba y volver a hacerlo le recordaba su tiempo en el hospital, las horas muertas, el olor a desinfectante y los estudios engorrosos y dolorosos que le habían hecho. Quiso disimularlo pero su cuerpo le dolía mucho y al notar que no se levantaba, su madre entró a su habitación y enseguida se preocupó.

–Rich estás volando de fiebre.

–Ay no mamá...No me lleves al médico, por favor.

–Tendría que hacerlo, no es normal que tengas fiebre de repente, y no pareces engripado.

–Me duele todo el cuerpo.

–Entonces llamaré al doctor.

–¡No, no, por favor!

–Está bien, pero si por la tarde sigues igual o peor, no te haré caso. Alégrate, faltarás a la escuela.

–No quiero faltar.

–Nunca pensé que escucharía eso.

–Tengo que ir, hay clase de historia y luego me tengo que reunir con la profesora...

–No paras de hablar de ella, cómo se nota que estás enamorado. Mi niño está creciendo. –le dio un beso en la frente y él se quejó.

–Mamá, estoy grande...Y no estoy enamorado.

–Te conozco como si te hubiera parido. –diciendo esto su madre cerró la puerta y lo dejó solo hasta que regresó con un té y unas aspirinas. En el ínterin, pensó en lo que su madre le había dicho. Que estaba enamorado. Otra vez se sintió un estúpido y su dolor de cabeza se agudizó.

**********

Se restregó los ojos y el cabello. La cabeza le dolía mucho y no sabía porqué. De inmediato comenzó a buscar su ropa, tratando de no ponerse a llorar. La puerta se abrió y vio a Bates entrando con una bandeja.

–El desayuno –dijo cuando vio su mirada de hielo.

–No tengo hambre. –dijo tapándose con la sábana, recordando que la anoche anterior había ido hasta allí desnuda. Quería matarse.

–Tienes que comer, hoy será un día largo.

–Lo sé pero no quiero.

–¿Qué te pasa?

–Nada, John. Estoy llegando tarde y no sé dónde está mi ropa.

–¿Tarde? Faltan más de cuarenta minutos y estamos a solo dos cuadras de la escuela. Por cierto, ¿cómo sabías dónde vivo?