Días 42, 43, 44 y 45.

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"Sigo sin saber nada de vos en este incendio.

Cada vez que estás cerca de mi, es un infierno

desde el día en que te conocí"


Día 42 (mañana)

Despertó sobresaltada por un ruido y por la luz, sin comprender dónde estaba. Lo primero que notó fue su cuerpo entumecido por el frío y por dormir torcida. Luego miró su entorno, estaba en un tren rumbo a Aberdeen, un lugar al que nuca hubiera pensando ir.

–Oh, la maravillosa Escocia. –se dijo a sí misma, tratando de no llorar. Mirar por la ventanilla le confirmaba que nada había sido una pesadilla, sino la realidad. Se encogió temblando, sólo llevaba una chaqueta de punto que en su sueño había apretado más en un vano intento de retener el calor. En el bolsillo sintió los billetes que Bates le había dado.

Se puso de pie en busca del guarda. Lo vio fumando al final del pasillo.

–Disculpe, ¿cuánto falta para Aberdeen?

–Dos estaciones. Unas tres horas. Puede ir al vagón comedor, allí está mas cálido. –dijo el hombre al ver cómo ella se cruzaba de brazos para parar de temblar.

–Gracias, muy amable.

Se dirigió allí, el guarda tenía razón, estaba un poco más cálido. Se sentó en una mesa y pidió un café, y mientras esperaba al mesero, miró a todos lados para comprobar que nadie la miraba y sacó los billetes y los contó. No era mucho, pero era mejor que nada. Se quedó sentada allí las tres horas, hasta que el guarda anunció que estaban entrando a la ciudad.

Ni bien bajó del tren supo que la temperatura era mas baja aún. Miró por la estación, había algunos negocios con productos regionales, nada que a ella le sirviera, salvo por uno que tenía un saco de tartán en la vidriera. Entró y lo compró, sin importarle que le iba bastante grande. A la mujer de la tienda le preguntó sobre algún lugar para pasar la noche, y le indicó un sitio enfrente de la estación.

El lugar no era el mejor del mundo pero tampoco estaba mal, así que pagó por adelantado y pidió usar el teléfono. Con mano temblorosa, marcó el número de Liverpool y pidió a la operadora que la comunicara con Bates.

–Chanel. –oyó al otro lado de la línea.

–¿Cómo sabes que soy yo?

–No tengo a nadie en Escocia como para que me llame.

–Llegué recién. John, no sé qué hacer, debería volv...

–Ni se te ocurra. Te están buscando hasta debajo de las piedras. Dios, Chanel, te mandaste una buena, eh.

–¿Cómo está él?

–La policía lo interrogó pero no le pudieron sacar una palabra. –Chanel sonrió, Richard era valiente, en cambio ella había huido como una cobarde. Oyó que Bates continuaba hablando–Está en su casa, Servicios Sociales se va a hacer cargo de la situación. Es un puto escándalo.

–John, esto te afectará a ti también.

–Ya me afectó porque me hicieron un par de preguntas, pero negué todo. Es decir, dije la verdad. Jamás pensé que estabas metida en algo así.

School Days with RingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora