Días 20, 21, 22 y 23

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 Te propuse cosas que me hacen pensar

si te habrás mofado de mi ingenuidad. 

Tras de tu sonrisa confirmé 

mi inquietud de adolescente

por ganarte de una vez.




Dia 20 (mañana)

El domingo amaneció tranquilo, muy distante al caos que había sido el sábado. Se levantó de un salto pese a que apenas eran las ocho. No deseaba estar mas tiempo en la cama junto a John pero pensando en Richard.

Se hizo una taza de café y por la ventana contempló el jardín. Era pequeño, pero sólo se le ajustaba una palabra: perfecto. Hasta en eso era bueno John Bates. Sintió una oleada de culpa. Cuántas veces había soñado con el hombre ideal y ahora que lo tenía, lo dejaba por un chico. Pero qué chico.

Volcó el café sobrante en la pileta y salió a la calle. Era demasiado temprano para que un muchachito estuviera despierto un domingo, pero qué importaba.

******

Cuando despertó sintió una punzada de dolor en las sienes. Maldijo el fernet y las demás bebidas que John le había dado luego de la fiesta en el colegio. Se sintió cansado de todo eso, y pronto supo que se estaba cumpliendo lo que un tío suyo le había predicho: "un día te levantarás tan resacoso que te darás cuenta que eso ya no tiene sentido. Y habrás madurado."

Una sonrisa se extendió por su rostro. Si había madurado, ya era todo un hombre. Un hombre para Chanel.

Se levantó y se puso el primer jean que encontró tirado. Se pasó una mano por la cara y sintió que pinchaba, porque su barba crecia cada vez con mayor velocidad. Sonrió una vez más ante eso. Era un hombre. Con rapidez abrió la ventana y creyó tener visiones producto de la resaca. Porque no podía ser. No podía ser que ella estuviera allí, en su vereda, mirando a la calle con las manos en los bolsillos de su saco color crema que tan bien le quedaba.

Bajó las escaleras si siquiera tocar los escalones y abrió la puerta. La persona que estaba allí se dio vuelta y le sonrió.

–¡Chanel! –gritó pero con un grito susurrado, para que nadie oyera nada–¿Qué haces aquí?

Ella se encogió de hombros sin dejar su sonrisa. De hecho, le dolía la cara por su falta de costumbre para sonreír tanto.

–No lo sé. Me desperté y...simplemente vine. Suena tonto, la verdad.

–No lo es. –dijo él acercándose. Por primera vez se dio cuenta que era algo más alto que ella, pero bastante más grande. Sus brazos desnudos eran mas fuertes y eso que Chanel estaba abrigada. La tomó de los codos y quiso acercarla, pero ella se apartó.

–Estamos en la calle. –dijo con seriedad.

–Perdón...es que lo olvido. ¿Qué tal anoche?

–Pues...creo que bien, ¿no? –le guiñó un ojo–No pude dormir hasta bien entrada la madrugada.

–Espero que no haya sido porque te estás arrepintiendo. Por favor, dime que no viniste a eso.

–No, no me arrepiento. Y ya te dije que no sé porqué vine. –rió, y rió mas al ver la cara de alivio de Ringo.

School Days with RingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora