Capítulo 50: Cenizas

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La verdad sea dicha, mi mente no estaba preparada para lo que sucedió. Dije no hace mucho tiempo que la mente suele establecerse en un solo lugar y acostumbrarse a ciertas actividades y patrones, y que sacarla de esa cuadrícula puede ser muy complicado. Pues eso fue exactamente lo que le sucedió a mi cabeza más temprano ese mismo día, cuando creí que me iría de Los Ángeles para siempre. Siendo un ser sumamente atribulado como era yo, ni mi consciencia ni mi Inconsciente estuvieron de acuerdo con mi plan original de marcharme. Ambas me exigían, casi a los gritos, que no me fuera. Que no abandonara la ciudad a la que había luchado por llegar. Que no dejara de lado mis sueños de grandeza. Que no me despidiera de Saul para siempre. Yo no había obedecido a ese lado de mí, y me había marchado con los chicos...

...Y al final se había producido una paradoja, una contradicción con mis propias ideas, justicia divina o como quieran llamarle. Al final me había alejado solo para regresar al punto de inicio; había desobedecido a mi instinto solo para terminar acatando sus órdenes por acción de Hope; había intentado dejar de lado cualquier tipo de responsabilidad para comenzar una nueva vida, pero en el fondo sabía muy bien que no podría escapar de todo lo que había dejado en mi etapa anterior. Y efectivamente, no había escapado. Ahora me hallaba nuevamente en la ciudad de las luces, que ahora me recordaba bastante a una prisión. La cárcel en la que había sido internada por la rubia de los ojos celestes, que ahora era mi carcelera. Y lo peor es que yo era inocente. Yo no había intentado escapar de ninguna responsabilidad. Tampoco había deseado en lo más mínimo huir de la fianza que tenía con Hope, de la cual hace rato ya me había olvidado. Yo solo quería ser feliz. Comenzar una nueva vida en otra ciudad, un nuevo período en mi existencia, en donde al fin podría hallar la felicidad en compañía de mi nuevo mejor amigo. Hope había malinterpretado mi acción y me había obligado a regresar. Y ahora mi futuro se veía, siendo leve, bastante negro.

Y lo peor de todo es que no había podido olvidar del todo a ese muchacho de cabellos rizados y tez morena. Ese joven apenas mayor que yo que amaba Aerosmith y las películas de terror y que en algún momento yo había llegado a amar como nunca había amado a nadie. Ese que me había traicionado, que se había arrepentido de sus acciones y que había regresado casi arrastrándose hacia mí en varias oportunidades. Todas esas veces yo lo había rechazado, echándolo de mi lado y no dispuesta a otorgarle el beneficio de la duda o el perdón. Pero ahora lo tenía frente a mí, y estaba llorando como un niño pequeño, y me abrazaba como si en cualquier momento fuera a desvanecerme entre sus brazos como una nube de humo. Las lágrimas resbalaban por su rostro moreno y empapaban el cuello de mi camisa y la tela de jean que cubría mi hombro izquierdo. Yo estaba muy confundida. Por una parte, el lado de mí que había deseado irse con Cliff y olvidar a Saul, quería apartarlo y decirle que no volviera a tocarme de ese modo. Por otro, el que quería permanecer en Los Ángeles, quería pasar mis brazos alrededor de su cuello y abrazarlo. Porque luego del fuego habían quedado cenizas. Y yo no había podido deshacerme por completo del recuerdo de esos días de felicidad total, de esa Nochebuena maravillosa y de ese año nuevo repleto de gozo. Y por más que Cliff y el alcohol me hubieran ayudado a olvidar, él seguía siendo alguien importante en mi vida.

Me congelé por unos breves minutos, sintiendo sus brazos cálidos alrededor de mis hombros y su respiración agitada por el llanto, que impactaba contra la piel desnuda de mi cuello en pequeñas exhalaciones. Luego de pronunciar esa oración se calló y solo dos palabras salían de sus labios cada cinco segundos, como si conformaran un mantra.

-Te amo...Te amo...Te amo...

Recién entonces y al oír esas palabras pude reaccionar, como si fuera necesario un mando de voz para activar mis respuestas físicas. Coloqué mis dos manos en su pecho e intenté apartarlo. No tuve éxito. Me aferró aún más fuerte y hundió su cara en mi cuello, al punto de que pude sentir sus labios depositando pequeños besos en la piel expuesta. Consideré que era suficiente y coloqué mis manos en las suyas, tirando y obligándolo a que me soltara. Saul intentó protestar, pero yo ya me había zafado de su agarre y ahora mi cuerpo estaba separado del suyo.

War in the Jungle (GUNS N'ROSES) #HairRock #GNRAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora